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martes, 9 de junio de 2009

¿Al Capone vive aún? Sí, como Maquiavelo también vive

Al Capone

Nicolás Maquiavelo

Benito Mussolini

En el editorial del pasado día 5, titulado “Al Capone, ¿vive aún?”, el LISTÍN DIARIO critica con gran lógica el desafortunado y oneroso acuerdo suscrito por el gobierno dominicano y la empresa TCW sobre la EdeEste, para concluir señalando que: “Cuando uno lee asombrado, estas historias, no puede menos que admitir que Al Capone vive todavía, desdoblándose de múltiples formas”.

Eso no debería ser ninguna sorpresa, ya que el famoso préstamo de la Sunland desbordó toda la imaginación que pudiese existir en un hecho que hirió de muerte la Constitución de la República, que se trata ahora de reemplazar por otra que ojalá sobreviva a un nuevo crimen de lesa patria.
¿Por qué decimos en el título de este artículo que Maquiavelo tambien vive?-  



Benito Mussolini, en el momento de ser investido con el doctorado “Honoris causa” de la Universidad de Bolonia, recibió con orgullo una espada que lleva grabada la famosa frase de Maquiavelo: “con parole non si mantengono gli Stati” ( “con palabras no se mantienen los Estados”) y que le llevó a afirmar, en el ensayo que escribió para esa ocasión: “La doctrina de Maquiavelo está viva hoy”.


No podemos olvidar que Mussolini fue un gobernante fascista que controló Italia con mano férrea hasta perecer ajusticiado por los partisanos que adversaban su gobierno y su alianza con Hitler. Pero no se puede negar que Mussolini, según lo juzga la historia, era un hombre de acción y no solo de palabras, como no se puede negar la sinceridad de su afirmación sobre la vigencia de la doctrina de Maquiavelo, que contrasta con la hipocresía de algunos gobernantes, que la rechazan públicamente pero la practican en secreto, comenzando por su obsesión por el poder.


En cuanto a Maquiavelo, para entenderlo, hay que situarlo en su tiempo, en su tiempo italiano. Su vida transcurrió en pleno Renacimiento y precisamente en el Renacimiento italiano. Por si esto fuera poco, vio la luz en Florencia, la ciudad considerada la más fecunda expresión armónica del espíritu desde el declinar de Atenas. Esa espléndida ciudad que es tambien cuna de Dante, Donatello, Galileo, Américo Vespucio, Miguel Ángel, Leonardo da Vinci. Cualquiera de ellos puede llenar toda una época y su recuerdo y sus obras perduran toda la vida.


Maquiavelo, “el Florentino”, como era llamado, es uno de los autores políticos más leídos, incluso por su prosa soberbia, moderna, ágil, y también por ella, el más criticado, condenado por la Iglesia, presentado por unos como maestro de tiranos, cínico, modelo de perversidad, de perfidia y alabado por otros como patriota y sincero republicano que enseña al pueblo, para que se pueda defender de ellas, las así llamadas “virtudes” del tirano y los novelistas se apoderan de su personalidad y lo convierten en un Mefistófeles que chorrea maldad y así lo pasan al vulgo común.


Pero Maquiavelo es el primer autor de la moderna ciencia política, que valoriza los hechos de un modo distinto y es la expresión típica del inicio de una nueva época, en que nace el Estado-Nación moderno, como concentración de poder, que empieza a expresarse en Occidente y que, por cuatro siglos habría de llenar el mundo, hasta entrar en la crisis que vivimos .


La afirmación del LISTÍN DIARIO sobre Al Capone nos ha hecho pensar en esas afirmaciones de Mussolini y de Maquiavelo y en la relación que todas ellas guardan con la situación política de la República Dominicana. ¿No tenemos acaso en nuestro país gobernantes convencidos de que el Estado se mantiene con palabras?  ¿Podemos atrevernos a afirmar que en secreto mal disimulado tenemos gobernantes que ocultan su admiración por Maquiavelo y su convicción de que su doctrina está viva todavía?


¿No nos impulsa a pensar en ello el hecho de la obsesión por el poder de algunos gobernantes que quieren conservar a toda costa y temen por las consecuencias de dejarlo, mortificados por la admonición que precisamente Maquiavelo hace en su obra “Discursos a las Décadas de Tito Livio”, cuando expresa: “El que llega al poder y se aferra a él, solo puede tener un temor y una vergüenza: perderlo”.


Precisamente, es ese temor y esa vergüenza lo que nos hace pensar que ciertas actitudes políticas que se están asumiendo en estos días, en lugar de buscar armonía en aras de una necesaria gobernabilidad, no sean una forma de tender un manto de protección e impunidad en caso de pérdida del poder, como lo harían pensar, con la lógica del LISTÍN DIARIO, los casos de la Sunland y de Ede Este.
Pedro Padilla Tonos

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