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sábado, 1 de enero de 2011

Dominicana entre los países débiles y pendejos



Cualquier parecido es pura casualidad
Existe un país en África Occidental, no de los peores ni forajidos; se llama Costa de Marfil, tiene un tercio de la superficie de Venezuela y casi veintiún millones de habitantes que sin estar en el bienestar acumulan un Producto Bruto Per Capita de $1.475 que los coloca en la mitad de la lista del concierto mundial.

Tal como suele ocurrir bastante en aquellas latitudes, la institucionalidad es débil y la democracia tiene aun mucho camino que recorrer para instalarse como algo natural aun cuando en Costa de Marfil, luego de una guerra civil (2002-2004), muchos tropiezos y cinco años de retardo, se logró llegar a unas elecciones presidenciales cuya primera vuelta se celebró el 31 de octubre pasado, siendo uno de los contendientes el presidente en ejercicio, Laurent Gbagbo, quien utilizó abusivamente todas las ventajas del cargo y del tesoro público.

Sin embargo, ninguno de los candidatos consiguió los votos necesarios para ganar en esa primera vuelta por lo que la segunda se llevó a cabo el 28 de noviembre resultando vencedor no el presidente Gbagbo, si no el opositor Alassane Ouattara, cosa que no agradó en palacio provocando que el Presidente/perdedor resolviera no entregar el poder para que "no se pierdan las conquistas populares". En su abuso lo acompaña la cúpula militar que afirma estar "casada con el régimen". La historia hasta aquí resulta familiar. ¿Verdad? Por eso es que escribimos sobre el tema.

Pero resulta que en esa misma África de la que tanto ignoramos y a la que solo se suele ver como cuna de crueles dictadores y atletas de excepción, tiene instituciones regionales que no solo son capaces de emitir declaraciones de alto impacto político, si no que -varias veces ya- han impuesto por la vía de la fuerza militar internacional legítimamente ejercida el respeto a los resultados electorales, a los derechos humanos y a otras resoluciones regionales.

A la hora en que escribimos estas líneas acaba de finalizar en la capital de Costa de Marfil una reunión de varios jefes de Estado de la región con el remiso Gbagbo a quien le han dicho que debe respetar el resultado electoral, que puede exiliarse en algún país de la zona o de lo contrario afrontar la acción militar legítima, contemplada en los tratados internacionales válidamente suscritos entre países de la región para hacer respetar la voluntad popular y la estabilidad.

El lector se preguntará: ¿qué tiene esto que ver con Venezuela? Creemos que bastante, ya lo verá.

En nuestro país el Presidente adelanta que si en las elecciones del 2012 fuese derrotado, se desataría una guerra civil por que tal resultado no sería aceptado por "el pueblo" (se presupone que quienes voten en contra no son pueblo). El comandante operacional del ejercito (COE) ratifica lo dicho por su jefe sellándolo con la confesión de que él y las FAN están "casadas" con el régimen. En lugar de destituirlo lo premian regalándole el cuarto sol del generalato en jefe tan "constitucionalmente" merecido. Y nadie dice nada.

El Secretario General de la OEA, antes complaciente para no disgustar al "Gran Elector Continental" hoy apenas balbucea una velada crítica y los gobiernos regionales permanecen en el mutismo más escandaloso. Naturalmente nadie piensa en ninguna presión internacional, ni política, ni económica, mucho menos militar para lograr que en Venezuela se respeten los resultados del referéndum constitucional del 2008. Pocos expresan su indignación ante la insólita entrega de los poderes legislativos -con "ñapa" y todo- al Júpiter barinés. La matriz es que nada se puede hacer para contener el alud de leyes que una agónica Asamblea Nacional sancionó en apenas diez días sin respetar trámite ni consulta alguna queriendo así ponerse al día con diez años de mora e indolencia.

¿Qué conclusiones podemos sacar? La primera es que la solidaridad internacional en el continente americano solo se efectiviza frente a los pendejos y los débiles (Honduras, República Dominicana, etc.). La segunda es que petróleo y dádivas matan principios. La tercera y más importante de todas es que nuestro rollo solo nosotros podremos resolverlo. Después ya vendrán los organismos internacionales, pedigüeños, vivos, mercaderes, gobiernos extranjeros y demás fauna a ofrecer lo que no ofrecieron a la hora de la verdad.

Así pues, insólitamente, podemos decir que ¡Viva África (o al menos parte de ella), civilizada y solidaria con la democracia! ¡Parece mentira!

ADOLFO P. SALGUEIRO |  EL UNIVERSAL
http://politica.eluniversal.com/2011/01/01/opi_art_cualquier-parecido-e_01A4912171.shtml

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