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viernes, 11 de julio de 2014

Código laboral y las aspiraciones de los empresarios

                                  Ligia Bonetti de Valiente, presidente de la Asociación de Industrias de la República Dominicana.

De salarios, empresarios y empacadores
Desde que iniciara hace ya varios meses su intensa campaña en pro de modificar a su medida el Código laboral la cúpula empresarial no hace otra cosa que dar palos de ciego.

Felizmente, y si juzgamos por la respuesta social a sus pretensiones, la estrategia se les ha ido de bruces. Era esperable. En un país de conquistas laborales mínimas y miseria máxima, que la cúpula económica conspire contra las primeras para aumentar la segunda provoca una justificada reacción adversa.

También ha quedado desnuda su falta de sinceridad. “Descubrir”, como lo ha hecho la patronal, que estas conquistas son causa eficiente de nuestro indecente mercado de trabajo es, por decir lo menos, ofensivo para la inteligencia colectiva.

Lo es aún más porque la ética del trabajo de los grandes empresarios no ha sido precisamente una ética calvinista.  Desde la caída de la dictadura en 1961, han medrado a la sombra del poder para sacar ventajas sin ofrecer nada, o muy poco, a cambio.

Veamos: de Joaquín Balaguer obtuvieron las leyes 299-68 de Incentivo y Protección Industrial,  153-71 de Incentivos a la Promoción y al Desarrollo del Turismo y 8-90 sobre Fomento a las Zonas Francas de Exportación; de Antonio Guzmán, la Ley 409-80 de Incentivo, Protección y Promoción Agroindustrial; de Leonel Fernández, las leyes 16-95 Sobre Inversión Extranjera y 57-07 sobre los Incentivos al Desarrollo de Fuentes Renovables de Energía y sus Regímenes Especiales;  de Hipólito Mejía, las 158-01 de Fomento al Desarrollo Turístico y 28-01 de Promoción del Desarrollo Fronterizo.

Quizá haya otras de igual o mayor relevancia y más recientes, pero las citadas bastan para entender cómo los privilegios obtenidos del Estado –del que forman parte los pobres— son la argamasa de la prosperidad empresarial criolla. Fagocitan riqueza, no la producen.

Ahora, y frente al cíclico reclamo sindical de aumento salarial, reaccionan pegando el grito al cielo. En nombre de su sector, una rotunda presidenta de la Asociación de Industrias de la República Dominicana, Ligia Bonetti, defiende que en el país no hay bajos salarios, sino salarios que garantizan lo que corresponde al trabajador. Ergo, pedir aumento es una necedad.

Así piensa el empresariado. No debe extrañar, por tanto, que cuarenta y ocho horas después de haber sido retada a vivir un mes con el salario mínimo formal, la rica empresaria no haya respondido ni siquiera en tono de burla. Ni lo hará. Ella no se siente moral ni socialmente interpelada. Ella y sus pares planean sobre un país en el que un ser humano puede trabajar 14 horas en un supermercado y recibir solo propinas.

Margarita Cordero
LA OPINIÓN DE LA DIRECTORA
www.7dias.com.do
http://www.7dias.com.do/editorial/2014/07/11/i167846_salarios-empresarios-empacadores.html#.U8CIFJR5O70

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