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jueves, 16 de octubre de 2014

Receta de cocina: Calamares de lata en su tinta


Latas a lo gourmet
Una vez que un querido amigo cubano realizó un banquete culinario en una finca en Los Mogotes, me preguntó que cómo había quedado la comida. Recuerdo exactamente lo que le dije. - Para mi estuvo excelente, disfruto los sabores fuertes, me encantan las hierbas y los condimentos duros, pero dudo que a los niños les haya agradado - . El paladar de un niño no es igual al de un adulto. Los años desgastan las papilas gustativas, el alcohol, los cigarrillos y el tanto hablar para sobrevivir en este mundo injusto, merman la capacidad al degustar los alimentos.

Años antes, durante unas vacaciones en Boca Chica, al lado de nuestro hogar de veraneo estaba la casa de un pariente, él, mallorquín, de la España de Europa, era un verdadero sibarita y le encantaba innovar con cualquier cosa, inclusive con los mariscos enlatados que venían de su tierra natal.

Yo, un carajito que despertaba a diario tan solo para chupar como una esponja conocimientos, tuve la dicha de verlo preparar y de explicarme cómo hacía sus calamares en su tinta enlatados.

Lo primero que hizo fue tostar en una parrilla una baguette en rodajas finas, a las cuales les roció hilitos delgados de aceite virgen extra por encima, perejil fresco troceado y luego un poco de sal. Tomó tres latas de trozos de calamares en su tinta, lavó los envases de metal y los abrió, colocó los trozos húmedos de calamares en su tinta sobre un colador, para drenarlos y los dejó abandonados hasta más adelante.

En un recipiente exprimió el jugo de un limón, más o menos dos cucharadas de sumo. Luego agitó una botella de salsa Worcestershire (salsa inglesa) y la hizo escupir tres o cuatro veces sobre el limón, luego vertió tres cucharadas de salsa de tomate (catchup) agregó cuatro o cinco gotas de Tabasco y una cucharadita de mostaza de dijon. Con un batidor mezcló y remezcló desesperadamente la aleación hasta que consiguió una crema de color no muy atractivo.

Tomó los calamares drenados de su tinta y los zambulló en su crema, los unió alegremente y luego, en un elegante plato los expuso a los que allí nos encontrábamos. El recuerdo de aquella osadía de ese mallorquín perdura hasta este día en que comparto esto con ustedes, mis visitantes.

Es bueno aclarar que es un entremés fuerte, no todos los paladares asimilan de la misma manera las recetas para adultos. Cuando tenga usted tiempo y dinero para hacer esto, si le apetece, hágalo, se lo recomiendo.

Marihal / Desde La República Dominicana

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