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viernes, 6 de noviembre de 2015

El grupo político más corrupto de la historia republicana


Panfletos

UNO
El bestiario político dominicano es una camada cruel y de largo aliento. Han racionalizado el Estado y han hecho manejable toda situación ética contrapuesta. Son siempre asombro, y tienen continuamente los ojos abiertos. No alimentan utopías, su objetivo inmediato es el dinero. Uno mira el accionar del bestiario político dominicano y lo que observa es una furiosa inclinación por la infamia.

José Francisco Peña Gómez fundó su derecho a vivir en el respeto de los demás amparado en un viejo corazón que se ensuciaba de amor verdadero por los pobres. Vivió para no morir. Sus obstinaciones rectas como acantilados buscaban tan solo el bien común. Se empinó por encima de las discriminaciones y labró una leyenda. Sin buscar fortuna, sin ocultarse a sí mismo tras el disfraz del líder carismático, sin ignorar que en la sociedad posmoderna las masas son aglomeraciones de solitarios. Él era una palabra robada y devuelta, y una historia a la vez verdadera e irreal. ¡Oh, Dios! Un hombre bueno, sin ninguna culpa de la degradación de su descendencia. ¡Alguna vez soñó tener un destino!

DOS
Joaquín Balaguer era como San Francisco, sonreía al mundo pero no lo gozaba. Su obsesión era el poder por el poder. El cuartucho de pobre en que murió, ese espacio de soledad mitificada, era la coartada de su verdadera pasión: el poder. Sin ninguna duda, Joaquín Balaguer era la ostentación del mito. Pero no dejó fortuna, su dilatado tránsito por el poder demuestra que era capaz de todos los excesos con tal de mantenerse en el mismo, pero ha quedado claro que, en el sudario de su gloria, le importaba poco la riqueza material.

Eso no lo pueden decir los peledeístas, pese a haber surgido empinándose en un discurso de carácter ético. Juan Bosch se gastó una papelería asombrosa teorizando respecto de la construcción del partido, en un esfuerzo intelectual sin precedentes en la historia política dominicana; y si algo queda claro releyendo ahora el legajo de sus memorias es que su pretensión esencial era darle una base ética a la práctica política en nuestro país (Juan Bosch: “por el camino de los beneficios personales se llega, y por cierto rápidamente, al establecimiento de una situación generalizada de privilegios, y de ese estado de privilegios se cae en la corrupción”).

Pero lo que ha ocurrido ha convertido al partido que pensó Juan Bosch en el grupo político más corrupto de la historia republicana. Se transformaron en su contrario. Le sacan la lengua a los viejos discursos moralistas del líder, atraviesan nuestro valle de lágrimas cabalgando en el más cruel cinismo, y se exhiben como “jorocones”, millonarios, que han reducido el pensamiento del maestro a esa supervivencia paralizada que llaman inmortalidad.

TRES
¿Es que en la esfera del poder peledeísta nadie advierte lo que está ocurriendo a su alrededor? ¿No se dan cuenta que todo el mundo siente que la humildad de Juan Bosch se transformó en el espectáculo de ostentación de riqueza más infamante de la historia contemporánea, desde el momento en que la acumulación originaria de capital se encontró justificada? ¿No pueden ver que la atmósfera en que vivimos legitima un abyecto abatimiento de las virtudes? ¿Es respirable ese tufo de indiferencia ante los negociantes de la política que se roban el patrimonio público? ¿Cómo vivir en una sociedad inundada por el vaho sagrado de una vocación de eternidad que usa el Estado para construirse el pedestal de un Dios? ¿Quién no se da cuenta que en esta sociedad el cinismo ocupa el lugar de la verdad? ¿Se puede ser indiferente ante la codicia de la casta soberbia de la pequeña burguesía que ha proclamado señorío sobre el erario?

El PLD ha asfixiado la sociedad dominicana. No hay un resquicio que no haya copado. Vivimos bajo una nueva forma de absolutismo, y todo se ha encanallecido. Cuando subió al poder por primera vez, había una esperanza difusa de que asumiera la administración del Estado de manera diferente. Se creyó que el mundo deslumbrante de la riqueza material no lo atraería. Todo se derrumbó, y el Estado es ahora como una nave asaltada en medio del mar por los piratas.


Andrés Luciano Mateo
Hoy

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