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sábado, 20 de febrero de 2010

Olores sexuales



'Rinofilia' es el término que define la excitación y el orgasmo que se produce por los olores
En 1986 un grupo de investigadores empezó a defender la tesis de que los seres humanos producimos, al igual que el resto de mamíferos, unas sustancias químicas de carácter volátil -llamadas feromonas- que continuamente estamos liberando a través de los miles de millones de poros de la piel y que son percibidas por otro cuerpo gracias a sus fosas nasales. No obstante, al día de hoy, no se ha confirmado el descubrimiento de ninguna feromona humana.

Las feromonas fueron descubiertas en 1959 por un grupo de científicos que estudiaba la comunicación entre los insectos. Este grupo descubrió que para comunicarse entre ellos los insectos utilizaban una sustancia química a la cual bautizaron feromona, ya que compusieron el término a partir de las raíces griegas: "pherein" = trasportar y "hormon" = excitación. Años después este tipo de sustancia se descubrió también en los mamíferos, lo que dio lugar a la especulación de su existencia entre los humanos.

Según la tesis del 86, y de funcionar en nosotros al igual que en el resto de animales en los que se han estudiado, las feromonas que cada uno de nosotros difundiría en el aire transportarían algún tipo de información que al ser recibida por las personas que tenemos cerca podría suscitar en ellas reacciones de atracción amorosa, y otro tipo de comportamientos, debido a que estas sustancias, que no se perciben de manera conciente, producirían cambios eléctricos en el ritmo cardiaco y en las ondas cerebrales.

Sin embargo, aún a pesar de que efectivamente se comprobara su existencia entre los humanos, no existen por el momento estudios que permitan afirmar de manera tajante que su función en nosotros es la misma que en el resto de animales. Con todo, lo que si resulta estar demostrado es el alto grado de sensibilidad que algunos seres humanos presentamos ante olores determinados, comunes y corrientes, que además podemos percibir de manera conciente, que nos pueden producir fuertes evocaciones y hasta alteraciones en nuestro estado de ánimo.

En lo que se refiere al sexo, "rinofilia" es el término mediante el cual se conoce a la variante sexual en la que la excitación erótica y el logro del orgasmo se alcanzan gracias al olfateo constante y repetido de los olores emanados por las diferentes partes del cuerpo, en especial las partes genitales y las que les son cercanas.

Grandes rinofílicos fueron por ejemplo: Napoleón Bonaparte (de quien se conservan cartas de amor a Josefina en las que le pide encarecidamente que para su siguiente encuentro sexual no se lave sus partes íntimas) y Enrique III (del cual la leyenda cuenta que vivió toda la vida enamorado de su María de Cleves debido a que constantemente olfateaba su ropa interior).

De hecho, no sólo los rinofílicos sino en general en la imaginería popular se tiende a asociar este tipo de olores con la excitación sexual. Existen crónicas en las que se afirma que las cortesanas medievales acostumbraban utilizar sus secreciones sexuales como un perfume que se untaban detrás de las orejas y en el cuello para atraer así a sus clientes. Igualmente se dice que las mujeres del sur de España elaboraban una infusión en la que al aroma del jazmín o el azahar mezclaban su fragancia genital para posteriormente aplicarla detrás de sus orejas con la intención de potenciar su atractivo sexual.

bogota.vive.in

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