El penoso periplo del reciente largo viaje a Europa y a USA nos muestra al personaje en su totalidad: Vano, impostor y buscador de elogios internacionales inmerecidos. Mientras en su país, subdesarrollado en gran parte por su culpa pues ya lleva más de 10 años administrándolo, un personaje típico de la fauna política local lo propone para el premio Nobel de la Paz.
Lo del viaje es casi antológico, incluyó a un grupo de bocinas para que escribieran y hablaran de la trascendencia de la reunión de un Presidente dominicano con líderes de talla mundial, como si el que se reciban a un presidente de un país bananero, que así nos ven, le confiere ipso-facto el valor de estadista internacional, cuando sólo significa que es recibido por las normas y dinámica diplomática.
Sentirse un fraude será el lado reverso y más fuerte de sus dones. Haciéndose paso por la vida mediante el engaño, así se ven ahora las cosas. Estará perseguido por el temor constante a ser descubierto. Con cada éxito, pensará, “esta vez tuve la suerte de engañar a todos, ¿pero se mantendrá mi suerte? ¿Cuándo descubrirán que no estoy a la altura del trabajo?”.
En muchas actividades –y la política no es la excepción – existen personas que aparentan ser capaces y de alto desempeño, cuando en realidad no son más que unos completos impostores. Para el observador externo, estas personas parecieran notablemente realizadas, con grandes logros. El intento de postulación para el premio Nobel de la Paz a Leonel Fernández estará basado en lo contrario a los valores del premio, pues en su caso no ha habido más que uso de recursos del Estado, tal y como sus mismos correligionarios lo han denunciado, conformación de grupos de ministros nombrados por él, llenos de fango, y los casos ventilados públicamente, Alejandrina Germán, Rodríguez Pimentel, Octavia Medina, no son más que simples muestras de un largo rosario de desastres.
El fracaso despreciable y penoso de intentar ser una persona que no se es, conlleva el que ese intento continúe cada día, de que crean ver la solución huyendo hacia delante, con más mentiras, con más proyectos para tratar de acrecentar su figura; lo que conlleva más frustración subliminal y mayor derrota personal. El premio Nobel de la actuación se lo llevaría de calle.
Fernando Casanova y Llaca
El Caribe
http://www.blogs.elcaribe.com.do/articulistas/articulista-invitado/5702-los-peligros-de-sentirse-un-nobel.html
¡Excelente!
ResponderEliminarUna descripción perfecta de un mitómano empedernido.
ResponderEliminarDesde San Pedro de Macorís.
Sin palabras.
ResponderEliminarSin Palabras. Excelente texto.
ResponderEliminarGracias J.P. por visitarnos.
ResponderEliminarJeannelle.
En cierta ocasión, éste megalómano que tenemos como "presidente" se atrevió a decir que "en este país hay una crisis de pensamiento..." En pocas palabras, y para los que no le cojieron la seña, nos dijo ignorantes y estúpidos. En esto que escribes, haces la descripción perfecta del simulador (que es su mejor y mayor virtud) de éste personaje, merecedor de mi desprecio y de todo al que se identifique con esta Nación gloriosa de Duarte, Sánchez, Mella y Luperón. Cuentas con mi aprecio y respecto. Te felicito inmensamente.
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