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miércoles, 8 de septiembre de 2010

Todo el respaldo



Bajo la premisa de que nunca es tarde para conjurar males mayores, la sociedad ha de acoger  con tanto alivio como entusiasmo la propuesta externada ayer por el presidente Leonel Fernández de crear un nuevo órgano regulador de la radio y televisión que impida el uso de vocablos soeces a través de los medios de comunicación audiovisuales.

El Presidente ha dicho una gran verdad al afirmar que la Comisión Nacional de  Espectáculos Públicos y Radiofonía es infuncional, pues carece de  autoridad jurídica para impedir  que se pronuncien palabras obscenas  a través de las ondas hertzianas, por lo que ha sugerido instituir el Consejo Audiovisual, que tendría calidad para sancionar procacidades y evitar difusión de pornografía en horas inadecuadas.

La radio ha sido convertida literalmente en una porqueriza a través de la cual se vierten todo tipo de expresiones afrentosas reñidas con la moral, decencia y buenas costumbres, con el agravante de que  quienes cotidianamente embadurnan de malas palabras el espectro radiofónico dicen estar protegidos por  el principio constitucional que garantiza la libre expresión y difusión del pensamiento.

No se violenta ningún derecho individual  si, como ha propuesto el Presidente, se crea  una institución jurídica que  establezca sanciones  contra  quienes viertan palabras obscenas  a través de la radio y la televisión, que irían desde  amonestación y multa hasta  la suspensión del indecente.

Por debilidades de las instituciones jurídicas, permisibilidad o miedo de las autoridades en aplicar la ley o por  padrinazgo de poder que amparan a comunicadores   acostumbrados a pronunciar todo tipo de  groserías por los medios de comunicación, la sociedad está a punto de convertirse en un retrete donde ese tipo de gente vierte sus inmundicias.

El idioma castellano está reputado como uno de los más ricos de la civilización en vocablos, sinónimos, antónimos que han servido para producir las más excelsas obras literarias que consolidan al español como una de las lenguas más habladas del mundo, por lo que  constituye una necedad y un inaceptable irrespeto a la ciudadanía el vertido de  vulgaridades a través de la radio y la televisión.

Dios quiera que esta vez, el presidente Fernández no se inscriba  entre  quienes han sucumbido al chantaje mediático que pretende imponer la vulgaridad como vida cotidiana, y cumpla con  su promesa de promover  por vía de  un Consejo Audiovisual, el adecentamiento de los medios de comunicación.

El Nacional respalda de manera absoluta el planteamiento presidencial de que no puede haber nadie más en la radio diciendo  malas palabras, porque no hay derecho a ensuciar con palabras soeces el sagrado fuero familiar.

Editorial El Nacional
http://elnacional.com.do/editorial/2010/9/8/59821/Todo-el-respaldo

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