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lunes, 11 de abril de 2011

Hipólito Mejía comenta discurso Presidente Leonel Fernández


Hipólito Mejía

Anotaciones al discurso de Leonel

Leonel Fernández generalmente juega con las palabras y confunde a la gente. Tiene habilidad en el uso del lenguaje y ese dominio ha resultado uno de sus principales recursos políticos.


Es lo que hizo en su discurso del 28 de marzo, cuando aceptó la promoción a la reelección con los 2 millones de “firmas” y lo que ha vuelto a repetir en su discurso del pasado viernes, diciendo que no buscará una reelección presidencial.


No quiero entrar a analizar el discurso, porque esa quejumbrosa disertación no me pareció necesaria, ni seria, ni digna y menos prudente en un hombre que ocupa la presidencia de la República. Leonel Fernández desafío al país, a sus instituciones y en particular al sistema de justicia. Pese a que tiene prohibido tratar de buscar una reelección dijo que puede pero que no lo hacía por prudencia y para no producir conflictos institucionales. Lo mismo que habría pensado Aníbal al conquistar Roma, que decidió no entrar para no destruir la ciudad eterna. Esas fueron las palabras de Leonel.


Creo que esa es una falta de consideración y una burla al país. Lo es porque fue Leonel Fernández quien promovió la aprobación de la Constitución que rige en la actualidad, y que se inició el 26 de enero del 2010, con su proclamación en un acto solemne en el Congreso Nacional. Cualquier cosa puede esperarse de una persona que se ha emborrachado de poder, que se siente por encima de las instituciones, de las leyes, de todos los ciudadanos, y que pareciera tener una patente emitida por los fundadores de la República para controlar todos los órganos del poder del Estado.


El doctor Fernández ha gobernado en los últimos ocho años para concentrar cada día más poder y para reducir la posibilidad de supervisión, de rendición de cuentas y de control del Poder Ejecutivo por parte de los demás poderes del Estado. Ese ha sido su empeño y con los recursos del Estado y del gobierno lo ha estado logrando.


Leonel parece un faraón y el país debe cuidarse de él, esté en la presidencia de la República o fuera de ella. Tiene el control del Congreso Nacional, pues controla la Cámara de Diputados y el Senado de la República. Ambos órganos se pusieron al servicio incondicional de la reelección de Leonel, pese a que la Constitución aprobada y proclamada por esos poderes le prohíbe postularse.


Leonel controla los más importantes mecanismos de la justicia, incluyendo el Consejo Nacional de la Magistratura, el Tribunal Constitucional y el Tribunal Superior Electoral (aún por crearse), pues dependen del Consejo Nacional de la Magistratura. La misma Suprema Corte de Justicia, sujeta a una evaluación del equipo de Leonel Fernández, también depende de él. 


No ha tenido límites en la búsqueda de más poder, y quería un voto privilegiado en el Consejo Nacional de la Magistratura, y para eso estimuló la violación de la Constitución en un acto que la sociedad civil y el sector empresarial definió como un golpe de Estado constitucional. Pero no olvidemos que Leonel controla también al Poder Ejecutivo, ahora con más atribuciones y menos controles como consecuencia de la nueva Constitución, controla también al Comité Político del PLD y al Comité Central, y hasta ha pretendido controlar, creo que en parte lográndolo, al Partido Reformista Social Cristiano.


Esa concentración de poder está a la vista de todo el mundo. Y Leonel puso todos esos poderes a trabajar en función de sus intereses y en particular de su vocación de eternizarse en la presidencia de la República. Si no ha podido salirse con las suyas ha sido por la firme oposición de todos los sectores que defienden la ley y el respeto a la institucionalidad. 


Para llegar hasta donde lo hizo, Leonel Fernández destrozó a varias instituciones nacionales. Corrompió casi absolutamente al Poder Ejecutivo, y de paso lo hizo con los otros poderes del Estado, a los cuales condicionó y presionó vulgarmente y con sutilezas. Incursionó en los pequeños partidos y los puso a su servicio, siempre cooptándolos con nombramientos, designaciones, salarios y puestos públicos. Sin ningún criterio. Y todo eso duele, porque la República Dominicana merece un gobierno más transparente e institucionalista.


Pero bien, a lo que quiero referirme es la revelación de Leonel Fernández de que esta es la segunda vez que se “sacrifica” al no poder optar por una reelección. El próximo año completará 12 años en el gobierno, sin resolver uno solo de los problemas nacionales, sin aportar nada fundamental que no sea algunas obras de infraestructura sacadas de la manga, sin planes y con un despilfarro inaudito, que ya se podrá analizar cuando se puedan auditar las cuentas de sus dos últimos gobiernos.


Leonel ha dicho que el mismo doctor Joaquín Balaguer le sugirió en 1998 que buscara la reelección porque de lo contrario el país caería “en manos demagógicas o irresponsables que lo conducirían al caos”, en una referencia que el doctor Fernández le puso apellido.
Miente el doctor Fernández. No trató de buscar una reelección presidencial no sólo porque la Constitución lo prohibía, sino porque no lograría nunca tener el control de los votos para conseguirla, pese al esfuerzo de algunos legisladores reformistas para facilitarle tal cosa. El doctor Balaguer falleció en el 2001 y se desconoce si dejó escrito algo sobre esos acontecimientos. Es decir, no es posible contrastar con el doctor Balaguer lo que dice Leonel.


Sin embargo, el ex presidente Balaguer no podía estar más irritado y desconcertado por el desastre del primer gobierno del doctor Fernández, tanto que hasta se presentó como candidato presidencial, alcanzando un porcentaje parecido al logrado por el candidato del PLD, y fue precisamente él quien tomó la decisión de no dar apoyo a las pretensiones del equipo de Leonel de ir a una segunda vuelta electoral porque al PRD, que había ganado el primer lugar, apenas le faltó el 0.015 por ciento para el 50 por ciento de los votos. ¿Cómo pudo Balaguer impulsar entonces que el PRD y yo en particular llegara a la presidencia de la República, si como dice ahora Leonel, representábamos la demagogia y éramos irresponsables que conduciríamos al caos?


Leonel con sus rejuegos de palabras busca siempre confundir y engañar a la sociedad. Y trata de hacerlo en este caso con un hecho histórico del que se ha escrito poco, porque es una historia muy reciente. Si revisáramos los hechos nos daremos cuenta de que lo dicho por Leonel no se sostiene en lo más mínimo, porque él acostumbra a acomodarlo todo para su sola y particular megalomanía.


Descarto completamente que el doctor Balaguer haya estimulado al presidente que había ayudado a instalar a que se repostulara, si carecía de las condiciones para lograr ese propósito y si las condiciones del gobierno eran de quiebra casi completa, con apagones interminables, con los precios del petróleo subiendo y él sin capacidad de maniobra, sin experiencia y sin la voluntad de hacerle frente a los problemas fundamentales del país.


He querido dejar estas consideraciones para que sean registradas, paralelas al discurso del presidente del PLD, porque basta ya de que la historia solamente quiera escribirla él, que se piensa el Aníbal del Caribe, sin haberse expuesto nunca, sin haber ganado una batalla trascendente por el bien del país, ni siquiera una que es tan sencilla como la del 4% para la educación nacional.


Hipólito Mejía
http://elcaribe.com.do/site/nacionales/273265-anotaciones-al-discurso-de-leonel.html

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