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miércoles, 21 de agosto de 2013

Paredón

                    Fidel Alejandro Castro Ruz, 1959, New York, ONU.

¿Por qué?
Cuando uno observa las actuaciones de ciertos gobernantes, congresistas, jueces, funcionarios civiles y militares, así como la de algunos empresarios le viene a la memoria Fidel Alejandro Castro Ruz.

Cuando llegue el momento del levantamiento popular que algún día tendrá que llegar, no es con cárcel el remedio, no es deportando ni despojando lo malversado al pueblo la solución, será como en Cuba, el paredón.

Allí llorarán, se cagarán de miedo, implorarán misericordia y piedad.
Olvidando el envalentonamiento y la prepotencia que exhiben ahora, la impiedad y la maldad conque castigan a sus compatriotas. Manteniendo millones de seres humanos en la más espantosa miseria, mintiendo en cada palabra que pronuncian y dándose una vida de placeres a costillas de la pobreza ajena.

El hoy presidente de Cuba Raúl Castro coloca la venda a un hombre que será fusilado. Cuba. Foto: La Venda Transparente de Rafi Genao.

Como todo, el régimen castrista tiene luces y sombras, dentro de lo más luminoso y destelleante de lo hecho por Castro Ruz fue el haberse librado del cáncer que corroía la sociedad cubana lo que irremediablemente tendrá que suceder allá donde reine la desigualdad, el abuso, la inequidad, el latrocinio y la corrupción; más temprano que tarde, donde las cabezas rodarán en una vorágine sangrienta y todavía allí, estos energúmenos, buitres sociales, serán capaces de preguntarse: ¿por qué?

Ana María García / Desde La República Dominicana
Nueva York, USA. Para DLRD
18-6-11

2 comentarios:

  1. Excelente artículo! Algún día tiene que suceder que se termine tanto abuso.

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  2. Lo peor de todo es que los corruptos que leen este artículo piensan que es de otros que se está hablando, no de ellos. Me adhiero a todo lo expresado por la señora García en todas sus partes de este escrito, al igual que ella pienso que será más temprano que tarde, la partidocracia fracasó y el pueblo tendrá que pedirle cuentas de la única manera que estos sinvergüenzas entienden: ¡con las armas en la mano!

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