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martes, 8 de noviembre de 2011

Diario "El País", de España; le hace el juego a la cleptocracia dominicana


Increíblemente el diario español El País, propaga falsas informaciones al mundo al decir que hemos crecido produciendo, cuando la realidad es que es un crecimiento a base de préstamos internacionales, dinero sucio y manipulación de cifras oficiales
República Dominicana pertenece al grupo de países que hasta el momento han sabido crecer en medio de la crisis global. El gobernador del Banco Central, Héctor Valdez Albizu, anunció en el mes de octubre que, hasta septiembre, la economía nacional había crecido un 4,2%, con margen para alcanzar el 5% previsto por la institución a principios de 2011.
La estabilidad macroeconómica, brújula para la navegación en la tormenta financiera mundial, le permite al país mantener otras variables más o menos en la línea de los últimos años. Así, la tasa de inflación acumulada en los nueve primeros meses del año llegaba al 7,5%, cercana ya al 8% previsto para 2011 y fundamentada en los sectores de combustibles, electricidad, alimentos y transporte. Y el desempleo afectaba al 14,6% de la población en abril de este año, un 0,5% más que siete meses atrás, en un país en el que, de acuerdo a la Confederación Patronal dominicana, las tasas de informalidad laboral han subido un 8% en diez años hasta colocarse en al 56,7%.
¿En qué se fundamenta este crecimiento? Habitualmente en los ingresos sostenidos procedentes del turismo, de las remesas y de la producción de zonas francas para la exportación, sobre todo de prendas textiles. A ello, se han sumado en los últimos tiempos las telecomunicaciones, ahora en baja, y, espectacularmente, la minería. Las últimas cifras oficiales indican que el 72% de las actividades económicas realizadas en la República Dominicana entre enero y septiembre de 2011 han crecido. La que más, la minería, con un 73,9%, fruto principalmente de la actividad que realiza la empresa Barrick Pueblo Viejo para explotar oro a partir del próximo año con una inversión total que superará los 3.000 millones de dólares. Luego se coloca la fabricación de bienes en zonas francas. Lo hizo un 13,8%. El turismo, que además es motor de otras ramas de la producción nacional, atrajo a 111.469 extranjeros más, reflejado en un aumento del 3,7%. Curiosamente, las telecomunicaciones, desaparecen de la lista de crecimientos. Y sorprenden el 6,9% del sector agropecuario, el 5,3% del educativo y el 5,3% del área de la salud, tres sectores tenidos por asignatura pendiente del país.
En términos de balanza comercial, el incremento de las exportaciones en un 24,4% coincide con una etapa de reducción de importaciones, aún con un saldo positivo de 16,7%, "una significativa desaceleración de más de 10 puntos porcentuales con respecto al 26,9% alcanzado en igual periodo de 2010", anota el Banco Central. El resultado final, no obstante, sigue siendo deficitario para las arcas del Estado, con un saldo negativo de 4.500 millones de dólares a junio de este año. En términos de balanza de pagos, el déficit llega a los 724 millones de dólares fundamentalmente gracias a los ingresos por servicios, remesas e inversión extranjera directa. Datos a septiembre dados a conocer por Valdez Albizu hablan de un incremento del dinero que envían los dominicanos de la diáspora de un 7,2%. También, de 1.835 millones de dólares llegados del extranjero para inversiones, con una tendencia a superar los 2.000 millones por tercer año consecutivo. En cuanto al sistema financiero, mostraba en agosto una solvencia de 17,3%, siete puntos por encima de la que está obligado a presentar.
Todo este baile de cifras da fe de un crecimiento que deja atrás un periodo complicado, el de 2003-2004, época de gran devaluación de la moneda e inflación después de que se detectaran fraudes bancarios por valores equivalentes a casi 3.000 millones de dólares. Para enfrentar el agujero, el Gobierno del entonces presidente Hipólito Mejía optó por un rescate con fondos públicos, como ha ocurrido ahora en Estados Unidos y Europa. Con el cambio de autoridades en agosto de 2004, dicen los expertos que el factor confianza reapareció y se tradujo en tasas de crecimiento sobre el 7% desde 2005, salvo en 2008 y 2009, que quedó por debajo del 6%, fruto del impacto de la crisis internacional, dado que el principal socio comercial de la República Dominicana es Estados Unidos, adonde llegan aproximadamente el 70% de las exportaciones y del que proceden una tercera parte de los turistas y de la inversión extranjera.
Agentes internacionales establecidos en el país reconocen el esfuerzo dominicano. Luis Alberto Moreno, presidente del Banco Interamericano de Desarrollo (BID), lo ha descrito como uno de los mejores modelos de manejo de la crisis. La embajadora de la Unión Europea, Irene Horejs, ha dicho que, contrariamente a lo que ocurre en países de rentas altas, "la economía dominicana se mantiene creciendo por encima del 4% con estabilidad macroeconómica". Sin embargo, no todo lo que reluce es oro. Existen tachuelas en el camino, como la eterna crisis eléctrica, la pérdida de competitividad en los ránkings mundiales o la debilidad fiscal, entre otras.
En pleno siglo XXI, los apagones siguen siendo una realidad en la República Dominicana. A pesar de los avances evidenciados en el último año en el sector energético en materia de horas de suministro, aún se dan circunstancias que hacen de la electricidad un constante dolor de cabeza. Por más promesas de solución que han hecho las Administraciones, el robo de electricidad, por impago o por fraude en la conexión, sigue rondando el 50% de la luz que se suministra. También existen pérdidas de consideración en la distribución por mala calidad de las redes. Como las empresas comercializadoras no recaudan el valor total de la energía que sirven no disponen de suficientes fondos para pagar a las generadoras. Estas, a su vez, se enfrentan a escasez de fondos para cumplir con sus facturas de importación de fuentes de energía, sobre todo petróleo, y para que el sistema no colapse, los gobiernos se ven obligados a subsidiar al sector de manera constante.
Según datos publicados por el economista Bernardo Fuentes en su columna en el digital Acento.com.do, en 2009 el Ejecutivo desembolsó 600 millones de dólares en subsidios eléctricos. Un año después, se habían presupuestado para tal partida 380 millones. Sin embargo, volvió a ser de 600. Y en este 2011 se habían contemplado 350, pero las proyecciones a octubre es que se aportarán 700 millones a final de año, lo que equivaldría, acorde a cálculos del sector industrial, al 1,7% del PIB. Para 2012, el Presupuesto Nacional, recientemente promulgado, asume 265 millones de dólares por este concepto.
La electricidad es, precisamente, una de las principales quejas que emanan del sector productivo nacional a la hora de identificar factores que reducen su competitividad, otra de las áreas en las que la República Dominicana ha perdido terreno a tenor del informe Doing Business 2012 del Banco Mundial. El país caribeño ha pasado del 105 al puesto 108 en el último año y está a la altura de Kenia o Etiopía. En el reporte que prepara el Foro Económico Mundial, la caída fue del puesto 101 en 2010-11 al 110 en 2011-2012, en niveles en los que también se sitúan Guyana, Bangladesh y Senegal.
Ligia Bonetti, presidenta de la Asociación de Industrias de la República Dominicana (AIRD), se refirió al tema el pasado 1 de noviembre, durante el almuerzo organizado por dicha organización con los dos principales candidatos presidenciales de cara a los comicios de mayo de 2012, Hipólito Mejía y Danilo Medina. "El mercado externo plantea problemas de competitividad por factores internos como son los bajos niveles educativos, la poca innovación tecnológica, el deficiente y el costoso suministro de energía eléctrica, entre otros". A ello se podría añadir un dato que involucra al tratado de libre comercio firmado por el país con Centroamérica y Estados Unidos, conocido como el DRCAFTA . En 2005, cuando fue firmado, la República Dominicana exportaba a los países miembros del acuerdo 4.800 millones de dólares. Cinco años después, había bajado hasta los 3.500 millones. El comportamiento de las importaciones fue a la inversa. De los 4.760 millones de dólares de 2005 se pasó a 6.420 en 2010. Al respecto, la AIRD establece en uno de sus informes que el tratado ha beneficiado al país en términos de atracción de inversiones, facilidad para el endeudamiento público y el establecimiento de alianzas entre empresas locales y extranjeras, pero poco más.
Desde el Gobierno, el Director Ejecutivo del Consejo Nacional de Competitividad, Andrés Van der Horst Álvarez, reconoce la pérdida de terreno en la materia, más que nada, por estancamiento. Lo relaciona con no haber puesto en marcha algunas medidas llamadas a cambiar la situación, tales como la Mesa Presidencial de Exportaciones y la Ley de Competitividad e Innovación Industrial. A ello suma la necesidad de cambiar la matriz energética, dependiente del especulativo mercado del petróleo en gran medida, hacia las renovables, y el retraso en las reformas educativas que, entre otros aspectos, deben cambiar realidades como la de que de cada 100 niños que inician la primaria, sólo 22 la terminan. De estos, 10 llegan a la universidad, que sólo dos terminan.
En cuanto al ámbito fiscal, la República Dominicana tiene una presión que ronda el 13% y su estructura ha sufrido ocho reformas, o parches según quién se refiera a ellas, en los últimos 11 años, animadas por el comportamiento del gasto público. Los llamados de diferentes sectores a favor de una reestructuración integral con base en la sostenibilidad del sistema han caído constantemente en saco roto. Para finales de este año, la deuda pública podría llegar a ser del 40% del PIB. El déficit fiscal debería andar por el 1,6% del PIB para poder cumplir con el acuerdo suscrito en 2009 con el Fondo Monetario Internacional (FMI), que está a falta de que se le realice la séptima revisión, algo que debió ocurrir en octubre pasado.
Nadie duda del crecimiento de una economía que se ha abierto al mundo. Quizás, las tachuelas que encuentra en el camino, derivadas fundamentalmente de debilidades estructurales que no se han enfrentado durante décadas, presenten al país como una contradicción y milagro a la vez. Ahora bien, el principal de los problemas es que la bonanza macroeconómica no se traduce en beneficio social equitativo. Como ha dicho alguna vez el economista Miguel Ceara Hatton, "no llegó a la gente; se gastó en las cosas y algunos se quedaron con la mayor parte". Inequidad en el reparto de la generación de riqueza de un país en el que, a pesar de ciertas condiciones que dan cuenta de su progreso, es pobre uno de cada tres habitantes.
Iban Campo
El País
http://internacional.elpais.com/internacional/2011/11/08/actualidad/1320763259_171161.html

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