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jueves, 12 de enero de 2012

Félix Bautista: filántropo

                          Félix Bautista.

El filántropo
Acabo de ver el programa  de televisión del ingeniero Félix Bautista titulado “Iluminando el camino” y tengo hormigas en la pantorrilla.  Estoy desvencijado y triste. Siento que todo me resbala, inerte y desposeído, tal como si no pudiera añadir a la realidad el horror que nos propone tanto cinismo.

El programa está concebido para difundir su “obra filantrópica”, y se organiza merced a la expectativa y la sugestión. Todo un batifondo de tragedia precede a la aparición del ingeniero Félix Bautista.  El niño con insuficiencia coronaria congénita está a punto de morir y requiere una operación urgente.  A la señora viuda depauperada  la casa mugrienta que habita se le está cayendo encima.  Un inválido se arrastra porque no tiene silla de ruedas. El ciego fatalmente hundido en su ceguera está también cercado por la miseria más dura.

Una familia entera padece una enfermedad extraña, incurable y ruin, casi son despojos humanos que  esperan la muerte. Cada capítulo del programa despliega una vida en trance de perdición, y la mano del “filántropo” se solicita por adelantado.   Entonces entra en escena el ingeniero Félix Bautista, la conductora del programa se le quiebra la voz, como un verdadero representante divino, desciende a través de él la solución  que se había hecho esperar. El inválido es llevado con una venda en los ojos, y al quitársela, ahí   aparece la silla de ruedas. El ciego no necesita la venda,  pero emocionado toca  los muebles nuevos y los electrodomésticos. A la viuda le brillan los ojos por la casa arreglada y pintada. La familia con la enfermedad incurable recibe la promesa de que serán tratados en un hospital de Colombia.

El ingeniero Bautista es presentado como un verdadero filántropo,  un inspirado  que invita a los telespectadores a un espectáculo de sanación.

La Real Academia de la Lengua define la palabra filántropo de la siguiente manera: “Persona que se distingue por el amor a sus semejantes y por sus obras en bien de la comunidad”.  ¿Es eso lo que uno percibe en los actos del ingeniero Félix Bautista?  ¿ No hay en este signo del filántropo una especie de captación turbadora, un asombro,  la legibilidad perfecta de una burla que nos introduce al escándalo del horror? La sociedad vive como algo propio el baile de las máscaras. La han encanallecido sus dirigentes.

Todo se ha convertido en una especie de confusión vertical. Mirando a este “filántropo” actuar tengo hormigas en la pantorrilla. La forma bastarda de la corrupción lo ha penetrado todo en este país. ¡Hasta la palabra la han hipotecado! Brego con la bruta intuición de mis fracasos, pero casi arrastrándome, en el extremo, bajo el gran sol fúnebre de la patria, maldigo la gloria y la fortuna de los falsos paradigmas. Y yo pienso que  ya lo único que puedo hacer  en este país corrompido es dejar nítidamente aclarado mi desprecio por  lo que parece la turbia eternidad de nuestra historia. Hay que dar el portazo. Alguna vez hemos soñado un destino. Alguna vez hemos deseado un instante sin seres indispensables en el universo, sin filántropos de mierda,  sin ese relámpago borrado por las tinieblas.

Los organismos internacionales juzgan que la corrupción extrae del presupuesto público dominicano  alrededor del cuatro por ciento del Producto interno bruto. Sin la corrupción tal vez no necesitaríamos filántropos. Y la filantropía es falsa porque naufraga entre el hecho literal de la miseria y la ambigüedad repugnante del filántropo.    Es un espectáculo penoso que lucha contra la terquedad de la realidad.  Es desmontar la subversión aguda de quienes se roban el patrimonio público. Es hundir la sociedad en la prestidigitación del cinismo que reemplaza la acción social por el favor personal.

¡De lo que estamos harto es de los filántropos!  Mirando ese programa del ingeniero Bautista descubrí que no es conveniente que observemos este baile de máscaras como si atravesáramos el valle de lágrimas de nuestra historia. Tenemos derecho a maldecir. Porque si Félix Bautista es un filántropo, yo soy el Papa. ¡Oh, Dios!
Andrés Luciano Mateo
Dibujo: Wilson Morfe
Hoy / http://hoy.com.do/opiniones/2012/1/11/409616/El-filantropo

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