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viernes, 24 de agosto de 2012

Está asumiendo su responsabilidad histórica este gobierno?


     Presidente Danilo Medina.

Del dicho al hecho
Ningún dominicano, excepto los que se resisten a ser sustituidos o desplazados de sus posiciones, tiene motivos para desear que al presidente Danilo Medina le vaya mal en estos cuatro años. Ni siquiera los que no respaldamos su candidatura.

Yo, que conozco a Danilo Medina, sé de su capacidad y mejores intenciones. Pero no es suficiente con simples enunciados, por trascendentales y emotivos que puedan ser.  Entendíamos que, con la salida de Leonel del poder, se cerraba un ciclo de la historia dominicana iniciado por Balaguer. Danilo está llamado, entonces, a abrir una nueva era caracterizada por el desarrollo humano.

Sin embargo, el Presidente luce atrapado y arropado por su partido y la influencia de Leonel Fernández. Esta percepción no sería  tan peligrosa si no fuera porque se nos presenta como realidad incontestable.  Y, lo que es peor, inevitable.

Si algo afecta la imagen o reputación de un mandatario es parecer a merced de otros. A uno se le hace cuesta arriba entender que el presidente Medina haya sacrificado gran parte de sus fieles y preparados seguidores para dejar a funcionarios que no responden a sus lineamientos políticos.

Con la confirmación de tantos funcionarios de primera, segunda y tercer categoría, a decir verdad,  los efectos no pueden ser más desalentadores. Incluso, esto se ha reflejado en el manejo de las informaciones del gobierno, carente aún de brillantez, sin la preponderancia que trae consigo la superioridad y dignidad del cargo presidencial. El fantasma del saliente mandatario parece andar rondando, imponente y siniestro, robando espacio u opacando el accionar de las nuevas autoridades. Incluso, se ven sus fotos en los actos oficiales.

Para conseguir esa superioridad se imponen medidas que vayan mucho más allá que los discursos y denuncias, como las expuestas por el ministro Montalvo y el vicepresidente de la CDEEE, Rubén Bichara. Las de austeridad, anunciadas por el presidente, deben ser complementadas con otras más audaces y atacadoras, como la de reducir el numero de funcionarios innecesarios,  incluyendo el servicio exterior.

Los primeros días marcan el paso y definen el comportamiento de un gobierno. Si, en estos primeros días se muestra débil, dubitativo, inseguro y dependiente –como parece estar ocurriendo-, pierde la confianza (nadie se encomienda a los débiles, solo se les compadece), la estima y el respeto vienen con la determinación, la lealtad y la fuerza.  Ceder es parte del juego político, pero darlo todo o dejarse arrebatar lo conseguido es ya otra cosa.

Reponerse de una imagen o reputación imprecisa cuesta más y es mucho más difícil que crearla. Este gobierno aún está construyendo su imagen. Es cierto. ¿Pero está asumiendo su responsabilidad histórica?
Eduardo Álvarez (cenitcorp@gmail.com)
El Nacional
http://elnacional.com.do/opiniones/2012/8/24/132293/Del-dicho-al-hecho

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