La periodista que más brilla, Sara Pérez, lo dijo hace un tiempo atrás: "El cardenal opina de todo, solo estoy esperando su receta de mangú". El jefe de la Iglesia Católica se ha convertido en una barrera para que los dominicanos lleguemos a la cita que tenemos para convertirnos en un país más equitativo.
Ni loco que fuera osaría ofender al arzobispo metropolitano de Santo Domingo, estoy convencido de que lo que el purpurado le iba a dar a este país ya lo entregó en mejores tiempos, llegó la hora de que se haga a un lado porque se está corriendo el riesgo de que la primera ola del tsunami dominicano se lo lleve y arrastre consigo a sus colegas y a su iglesia.
Su defensa acérrima de los depredadores, saqueadores y asesinos del pueblo dominicano es repudiada por las mayorías, el que no lo crea así que de una vueltita por las iglesias y que cuente a los parroquianos. En lo personal no tengo nada en contra del cardenal López Rodríguez, pero el balance de su gestión, su legado, es insufrible.
Luis Del Monte / Desde La República Dominicana
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