Tanto el poder Ejecutivo como el Legislativo o el (per) Judicial han vivido un año expuestos al escrutinio público. No tanto por ser un año electoral como por el empoderamiento ciudadano que se ha vivido de manera espontánea, masiva y pacífica.
Pocos colectivos han recibido tantas críticas este año como sus señorías. Es probable que hayan logrado en 2012 empatar con los choferes de carro público en los desafectos ciudadanos. Sin embargo, si hubieran querido mejorar sus relaciones con los ciudadanos habrían aprovechado muchas de las oportunidades, que las han tenido.
Pero ¡qué va! Se han enrocado, que dirían los ajedrecistas, y han decidido constituirse en un cuerpo autista. Hubiera bastado, por ejemplo, que un grupo de legisladores renunciara públicamente a su barrilito para crear un precedente, para demostrar una actitud receptiva a las demandas de la calle, un interés en arreglar las cosas.
Han decepcionado con sus decisiones, encrispado los ánimos con sus declaraciones, enfadado con sus privilegios excesivos y mal justificados. Han demostrado no tener escrúpulos, estar dirigidos por el poder Ejecutivo del que no se sienten en absoluto independientes, han perpetuado empecinadamente malas prácticas que deberían ser ya parte del pasado...
Y aunque están ahí porque les dimos el puesto con nuestros votos (bla,bla,bla), constituyen una retranca para el desarrollo del país... Los políticos, hoy, son la causa fundamental de los problemas del país.
Inés Aizpún
IAizpun@diariolibre.com
Diario Libre
http://diariolibre.com.do/opinion/2012/12/06/i362746_sus-senorias.html
Viñeta: El Roto
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