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domingo, 24 de febrero de 2013

Cervezas y mujeres: La vida es rara



Conversación sobre cervezas y mujeres
El calor y el deseo de una cerveza casi helada provocaron el encuentro. Yo había trasladado la broma de papá cuando en “La Cafetera” inolvidable de la calle El Conde, (en tiempos en que ésta era todavía una especie de la Gran Vía de Madrid, la Quinta Avenida de Nueva York o la de los Campos Elíseos de París en versión pobre y estrecha). La broma suya consistía en pedir “un café caliente como nalga de oficinista”. Yo pedí una cerveza pequeña pero al borde de congelación, y usé los términos: “escandalosamente fría”, “terriblemente fría”, “espantosamente fría”. El mozo me miró asombrado.

Me trajo una cerveza cubierta de hielo.

Un parroquiano que estaba sentado en la barra junto a mí me dijo doctoralmente: “Esa está bien fría… y yo sé de eso”.

-¿Está usted en el negocio de la cerveza? –pregunté.

-No, pero tomo mucha cerveza. Anoche me tomé veinte de las grandes con una mujer. Ella se tomó cinco… mis hermanas se burlan de mí porque siempre salgo con viejas cuando yo tengo sólo treinta años… soy soltero convencido y no caigo en ganchos. Soy billetero al por mayor y cuando me va bien vivo como un rey… Voy a restaurantes de primera clase… de vez en cuando como y bebo a mi antojo con una muchachona,  para entretenerme con sus pretensiones y disparates, pero lo que me gustan son las viejas,

 -¿Viejas? ¿Y de qué edad son esas viejas?

  –Entre cuarenta y cincuenta –repuso– porque las jovencitas no sirven para nada. No saben, no sienten como una mujer experimentada, estas además tienen su vida resuelta y no andan buscando sino lo mismo que yo: un rato agradable, satisfactorio y hasta la vista! ¿Usted no sabe que el tiempo es el que da el sazón? Póngale sazón a una carne recién sacada del congelador y compárela con una que sazonó la noche anterior, o antes… la diferencia es enorme. Además, las jovencitas están buscando seguridad en su vida… no como ellas, que saben de la brevedad y lo efímero de la juventud y no es que tengan que ser inteligentes, sino sabias utilizadoras del conocimiento de que el tiempo pasa. Un hombre maduro como yo, soltero… o casado… es una perspectiva para asegurar los inevitables años de arrugas, de carne blanda y achaques propios de los años.

–Pues cásese usted con una enfermera –le dije, desconcertado– así no tiene que preocuparse o preveer lo que pueda suceder en un futuro.

–Es que las jovencitas lo que buscan es salir de su casa paterna como sea y  liberarse de controles. Cuando no logran la liberación ansiada, se decepcionan y empiezan a loquear. Si logran cazar alguno… bien les va. De lo contrario… ahí estoy yo y quienes, como yo, prefieren material usado y sin complicaciones.

Tras escuchar tan sorprendentes confesiones, que nadie le había pedido, y ya de vuelta al calor de la calle El Conde, seguí mi rumbo pensando… la vida es rara.
Jacinto Gimbernard
Hoy Digital.com.do
http://hoy.com.do/opiniones/2013/2/22/468422/Conversacion-sobre-cervezas-y-mujeres

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