El Presidente decidió invertir en una obra que nadie reclama

     Mapa preparado por Frank Moya con una vía corta.

Un as sacado de la manga del presidente Danilo Medina
Y este problema ancestral, de las acciones de los aprovechados, cuando se trata del dinero público, es una de las desgracias nacionales. Los presidentes compran ideas que resultan excesivamente caras a la sociedad
El presidente Danilo Medina sorprendió al país cuando reveló que el gobierno asumiría la construcción de la carretera Santiago/San Juan de la Maguana. Fue un as sacado de la manga, como un acto de prestidigitación presidencial, con el poder y la impunidad que solo da la silla de alfileres de la República Dominicana.

Lo mismo hizo, en su momento, Joaquín Balaguer con el Faro a Colón, que lo levantó reconstruyendo las acciones de Monseñor Ricardo Pittini en 1937, conjuntamente con el dictador Trujillo, para levantar un faro en homenaje a Cristóbal Colón. También lo hizo Leonel Fernández, cuando en agosto del 2004, al tomar posesión por segunda vez como presidente, lanzó la construcción del Metro de Santo Domingo.

Esas obras no estaban en ningún plan de desarrollo nacional, no eran ningún reclamo de nadie. Lo mismo ocurre con la carretera Cibao-Sur, que no está en la Estrategia Nacional de Desarrollo, no fue incluida en el programa de Gobierno de Danilo Medina, ni se encuentra en la memoria de las necesidades de la sociedad dominicana.

Habrá, por supuesto, algunos beneficiados. Y este problema ancestral, de las acciones de los aprovechados, cuando se trata del dinero público, es una de las desgracias nacionales. Los presidentes compran ideas que resultan excesivamente caras a la sociedad.

La violencia, la marginalidad, la pobreza extrema, la falta de recursos para la educación, para la producción agropecuaria, para la seguridad ciudadana, para la reforma policial, para el salario de los maestros, para construir nuevos acueductos, para hospitales, para mejorar el salario de los médicos, para poner en marcha la seguridad social para los pobres de solemnidad… Todos estos temas demandan de recursos, y el presidente decidió que los invertirá en una obra que nadie reclama.

Ese es nuestro drama.

Editorial Acento
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