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viernes, 19 de julio de 2013

Hipólito Mejía responde a Pelegrín Castillo y de paso le recuerda al padre que finge desconocer

     Vincho Castillo.

Una respuesta a Pelegrín Castillo y a su padre
Vincho, con su silencio, se ha convertido en cómplice de la corrupción de Leonel Fernández y su equipo de acompañantes
Pelegrín Castillo, diputado e hijo del doctor Marino Vinicio Castillo, se atrevió a decir que tengo una campaña de descrédito para que destituyan a su padre del cargo de la Dirección de Ética e Integridad Gubernamental.

Pocos hombres en la historia han sido capaces de crear su propia campaña de descrédito como lo ha hecho Marino Vinicio Castillo a lo largo de su vida.

Primero, enfrentó en su natal San Francisco de Macorís a quienes, muerto Trujillo, salieron a las calles a demandar libertad, a lo cual la respuesta de Vincho fue crear y dirigir una banda de paleros para golpear, amenazar y atemorizar a quienes contribuían a crear la democracia en el país.

Luego viajaba al vecino país, Haití, y participaba en lugares donde se juntaban prostitutas, bandidos y borrachones y en una pelea de cafetines resultó extrañamente muerto su compañero de farras, nada más y nada menos que un antiguo miembro del tenebroso Servicio de Inteligencia Militar, donde reunió Trujillo a todos los chivatos, torturadores y asesinos. Por eso el refrán: dime con quién andas y te diré quién eres.

Como parte del perfil de sí mismo, creado a fuerza de irrespetos y barbaridades, se recuerda su "hazaña" de interrumpir la misa en la catedral de La Vega con un grupo de mujeres borrachas, llevadas allí para dañar la solemnidad religiosa que se celebraba.

Vincho, difamador y hombre de actuaciones turbias, se ha dedicado a labrar su imagen de persona capaz de cualquier bajeza, por eso fue el ariete que intentó denigrar la justa fama del doctor José Francisco Peña Gómez, cuyo papel protagónico en la política nacional corroyó el alma envidiosa del doctor Castillo, quien no pudo ser el ejemplo de honradez, dignidad y reciedumbre moral del líder del Partido Revolucionario Dominicano.

Vincho es el hombre que se atrevió a imprimir una Gaceta Oficial falsa, hecho hasta entonces inédito en la historia nacional, para justificar el robo de la victoria electoral de 1978 al PRD y además uso grabaciones captadas ilegalmente por el gobierno para presentarlas en la vil defensa que hizo Castillo de lo indefendible.

Más recientemente, en el ejercicio poco ético de su profesión, siendo funcionario del gobierno en la parte ética, sirvió de abogado a los banqueros que usaron los depósitos del público para embarcarse en una carrera de gastos desenfrenados que llevó esos bancos a la bancarrota.

Dentro de su creencia de que nada vale nada y de que siempre se saldrá con la suya difamó al  ingeniero Hernani Salazar, pero esta vez no le resultó puesto que fue condenado por  la Suprema Corte de Justicia al pago de una indemnización.

Su más reciente hazaña consiste en mentir, dejar de lado, rehuir consignar haberes en la declaración de bienes que debe prestar como funcionario público, y a los datos que se han presentado objetivamente, aún no ha respondido, y sospecho que no podrá responder porque no hay argumentos que hagan mella a los documentos que fueron ofrecidos a la conciencia nacional.

Su hijo Pelegrín olvida que aunque los perros le ladren a la luna, “ofende quien puede, no quien quiere” y nunca se debe escupir para arriba.

¿Cuál ha sido el papel de Marino Vinicio Castillo como titular de la Dirección de Ética e Integridad Gubernamental? La de mudo que calló durante la feria de los millones que realizó su discípulo y seguidor Leonel Fernández durante su gobierno de ocho años.

Vincho, con su silencio, se ha convertido en cómplice de la corrupción de Leonel Fernández y su equipo de acompañantes. Esa corrupción, denunciada y debatida hasta la saciedad, la calló y la ocultó conscientemente el doctor Castillo, de la que no habla ni se atreve a hablar, se anda por las ramas haciendo insinuaciones contra personas honestas, empresarios de fama bien ganada y profesionales millones de veces más serios que él y que sus hijos.

Ahora sale su hijo Pelegrín a hablar de responsabilidades y acusarme de estar detrás de esas investigaciones. He dicho y repito aquí que ya quisiera yo ser el impulsor de esos trabajos periodísticos. Yo felicito a los periodistas que han trabajado esas informaciones y a los que las han divulgado. Creo que son personas que gozan del aprecio y el respeto del país, por el bien a la higiene moral del país que han hecho.

Sólo se puede realizar una campaña contra una persona cuando la misma goza de crédito y reconocimiento de la sociedad. Y ese no es el caso.

Hipólito Mejía

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