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viernes, 1 de noviembre de 2013

Las dictaduras se derrotan primero en las calles y después de mil maneras


La sentencia racista y el neofascismo criollo
La sentencia racista-clasista del TC es un llamado imperioso y altanero de las élites blancas y “negri-blanqueadas” pro-capitalistas a cerrar filas en una fuerza neofascista en expansión en tiempo de decadencia, para explotando pasiones y desatando odios inducidos y construidos por siglos, procurar situar a los dominicanos y las dominicanas haitiano–descendientes y a los/as emigrantes procedentes de Haití en el punto máximo de indefensión, muy propicio para acrecentar la sobre-explotación y la mercantilización de esa población pobre y negra.

Algo muy a tono con las recetas neoconservadoras de un capitalismo en crisis mayor. Una fórmula muy difundida pero adecuada a un país periférico-dependiente con sus poderes dominantes en fase de putrefacción; adaptada en este caso a los problemas peculiares de una isla dividida en dos país y dos sociedades por la voracidad de los imperialismos europeos, ambas con rencores históricos atizados por sus opresores de siempre y ambas recolonizadas de la peor manera por EE.UU..

Una fuerza neofascista, debidamente “aplatanada”, “criollizada”, se está conformando desde el propio PLD, sus grupos satélites y su dictadura institucionalizada; comprada la matricula del PRD presidida por Miguel Vargas y entrampada su facción mayoritaria; ambas cómplices de la degradación provocada por el neoliberalismo y la corrupción y ambas desautorizadas e imposibilitadas, desde roles y situaciones diferentes, para ser alternativa, aunque a una de ella, a la de Hipólito y demás, se le sume una seudo-izquierda adocenada.

Este engendro político ha sido generado por la multi-mega crisis actual del capitalismo y por los riegos que le plantea a esa dominación la indignación e insumisión popular que la misma tiende a generar y que ya comienza a sentirse.

Observen además como proliferan los personajillos petulantes y corruptos (encumbrados en instituciones centralmente manipuladas), los “cocolos” y mulatos intelectualizados que reniegan de su origen y dictan sentencia y resoluciones para arrinconar a los/as negros/as pobres.

Entre ellos se destacan los “abogaduchos del dólar” que repiten las cartillas legales del Occidente racista y del Opus Dei, la bandadas de comunicadores mediocres, lectores de partituras xenófobas, las gallaretas soeces, los altos oficiales prepotentes y corruptos dedicados a combatir “con mano dura” exclusivamente la micro-corrupción y a abusar con saña de los pobres de piel oscura.

Todos/as ellos/as a la sombra de ladrones engolfados y de maquinadores balaguerianos en competencia soterrada por hegemonizar la dictadura morada.

Ese engendro está en marcha. Pero es muy vulnerable, sobre todo si nos convertimos en bujía promotora de la contrapartida necesaria y nos proponemos derrotarlo sin contemplaciones, creando organización y conciencia crítica, asumiendo la Constituyente Popular y Soberana como vía y medio para la ruptura necesaria y la superación de este régimen político degenerado.

Estos no son tiempos para neo-dictaduras, ya personalizadas o ya colegiadas.

El acumulado por la democracia es inmenso y sigue vivo en la conciencia de la humanidad y en este pueblo heroico.

Por lo que pienso que no será difícil echar a pique la dictadura morada, sobre todo si logramos que la mayoría de este pueblo entienda que este no es un pleito entre dominicanos/as y haitianos/a, sino entre el gran pueblo dominicano y las mafias capitalistas (criollas y transnacionales) y partidocráticas que lo empobrecen, excluyen y oprimen.

Sin olvidar jamás que las dictaduras se derrotan primero en las calles y después de mil maneras.

Narciso Isa Conde

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