Las autoridades dominicanas tienen que sustraerse de la alharaca armada de quienes han asumido posiciones irracionalmente extremistas en la discusión sobre los efectos de la sentencia del Tribunal Constitucional que esclarece las condiciones para adquirir la nacionalidad dominicana y que ordena la ejecución del Plan Nacional de Regularización de Extranjeros.
De igual manera debe prestarle atención a esclarecer las dudas o inquietudes que bienintencionadamente puedan surgir en la comunidad internacional al respecto, pero sin desviarse de su obligación de acatar la Sentencia y ejecutarla. respetando los derechos humanos y los acuerdos internacionales, como bien ha dicho el Gobierno dominicano en todos los escenarios.
El cumplimiento de esa obligación institucional no convierte a República Dominicana en una nación xenófoba como perversamente ha intentado insinuar un puñado en el territorio dominicano y otros a nivel internacional, ya sea por desconocimiento o perversidad.
Pero tampoco son traidores grupos que en el país se han manifestado contrarios a la sentencia emitida por el Tribunal Constitucional.
Eso sin negar que hay quienes se manifiestan (en un extremo y en el otro) por conveniencias, la generalidad de los dominicanos es generosa, bondadosa, solidaria y amante de su país.
Por tanto, no es verdad que República Dominicana esté dividido entre xenófobos o traidores como algunos han querido hacer creer.
Editorial El Día
El Día.com.do
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