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miércoles, 18 de diciembre de 2013

Cardenal y la Iglesia Católica deben una disculpa al embajador Brewster / Vídeo



El Cardenal, Wally y Wesolowski
Por diplomacia o por elemental “cortesía cristiana”, entendemos que el Cardenal y la Iglesia le deben una disculpa pública al embajador Wally Brewster y a su esposo Bob Satawake, extensiva al gobierno Norteamericano y a su pueblo.

Aunque debemos reconocer que Dios los ha castigado y han pagado su infamia con el destape y el bochorno de los crímenes sexuales de su embajador y nuncio Wesolowski. Sus impertinentes y burlones comentarios sobre las preferencias sexuales del honorable embajador, como divino bumerang, se les han devuelto y se han tenido que tragar sus lenguas de fuego, pero con gran cachaza, sin eructar siquiera, como siempre, descarados.

Pero, si de pronto trasladásemos al Nuncio Wesolowski y al Embajador Wally Brewster al drama de la “Crucifixión de Jesús”, de seguro que el Nuncio sería el Barrabás y el Embajador el Cristo, cuando Pilatos recurría al populacho para lavarse las manos.

El primero: del clero, hipócrita, beatón, farsante, criminal, artificial, estafador, simulador,  santurrón, deshonesto, odiador, abusador, cocainómano, cobarde, tenebroso fanático…en fin, todo un enfermo facineroso y pederasta, enviado por el Vaticano al país irresponsablemente- pues lo conocían muy bien- a burlarse de nuestras gentes y violar a nuestros niños, protegido por años por los obispos dominicanos que conocían de sus criminosas acciones, protegido y sacado del país por el Cardenal y por el papa Francisco, hoy sus dos principales encubridores. El también protegido de Juan Pablo II y de su lobby pederasta, un renegado de su fe, un consumado demonio Wesolowski.

El segundo: laico, sincero, sencillo, respetuoso, trasparente, abierto, natural, amoroso, honesto, valiente , plural…dedicado a defender sus íntimas convicciones de forma pública y clara, entendiendo que todo ser humano tiene derecho a elegir su preferencia sexual y ejercerla sin violar las leyes, ni perjudicar a nadie. A diferencia de aquel, que ha venido al país a traer negocios y progreso, y no a pedir y a ocasionar calamidades. Y por demás, creyente confeso y fiel a su pareja.

Mientras uno oculta, el otro muestra, mientras el uno engaña el otro se sincera, mientras el uno consagra hostias asquerosas y se disfraza de paisano, el otro reparte amplias y ciertas sonrisas; regidos por opuestos valores morales.

Lo cierto es que el Cardenal y su corte de obispos se han declarado a favor de Barrabás y no de Cristo.

Pero ¿Dónde estaba la Virgen de la Altagracia? ¿Por qué no vino a proteger a esos niños angelitos del Albergue de Higüey, de Juncalito y de Fray Antón de Montesino? ¿Por qué se negó a salvarlos de las manos asquerosas de estos “barrabases”? ¿Dónde está la llamada conciencia de esta Iglesia? ¿Dónde el amor cristiano del rebaño cobarde que calla y otorga?

He aquí la gran enseñanza que nos ha dejado la Iglesia y sus santos Obispos:

¡Soltemos a Barrabás y crucifiquemos a Cristo!

Como lo vienen haciendo desde siempre, desde 1844:

¡Soltemos al general Santana y crucifiquemos a Duarte / Cristo!

Son los de siempre, los mismos que excomulgaron al Patricio y persiguieron a los trinitarios.

Nota. En términos diplomáticos: De los criollos negar la excusa por su ofensa, le tocaría al Estado de la Ciudad del Vaticano, a la Santa Sede y al papa Francisco, ofrecer una disculpa pública formal al gobierno de los Estados Unidos y a su pueblo, el que ya ha tenido suficiente con los millares y millares de niños abusados por sacerdotes pederastas que trabajan para el Vaticano, con su encubrimiento.


Guido Riggio
L’OSSERVATORE ROMINICANO 
acento.com.do

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