Inexplicable silencio frente a excesos

El verdadero enemigo en casa
Sólo una mente calenturienta puede aferrarse a la teoría de una diabólica conspiración internacional para desmembrar la República Dominicana, encabezada por los grandes centros económicos al frente de los cuales se encontrarían tres potencias aliadas del país como Estados Unidos, Francia y Canadá. O sea, una alianza o pacto que esas naciones sólo concertaron hacen más de setenta años para librar al mundo de la barbarie hitleriana y no para destruir un Estado libre y soberano.

Igual desajuste deben padecer aquellos que dentro del propio gobierno o el partido oficialista se empecinan en torpedear las negociaciones que dentro de un marco de racionalidad, realiza la administración de Danilo Medina, para subsanar los efectos negativos en la comunidad internacional resultantes de la sentencia del Tribunal Constitucional que despoja de la nacionalidad a hijos de haitianos nacidos en el territorio nacional, con retroactividad a 1929.

Me refiero a las frecuentes declaraciones o escritos despectivos sobre la nación vecina, por allegados al Presidente de la República con oficinas en el Palacio Nacional, a un funcionario del mismo nivel, miembro de la cúpula peledeísta, y a un activo embajador asignado a una misión europea.

Si algo hay que reconocerle al presidente Medina es precisamente la prudencia y el buen tacto con los que ha manejado los problemas derivados de dicha sentencia, la que ha puesto al país en una situación de serio cuestionamiento por gobiernos, líderes y organismos internacionales con los cuales hemos mantenido por décadas una relación de mutuo respeto dentro de un marco de dignidad.

Obligado tal vez por lealtad política, el gobierno ha mantenido un inexplicable silencio frente a esos excesos a pesar del precio que podría verse forzado a pagar en términos de imagen y respeto, por algo del que no es directamente responsable.

Miguel Guerrero
La Columna de Miguel Guerrero
elCaribe.com.do
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