Pagando por cartón, papel y plástico para comer
Estoy en Punta Cana, iniciando la Semana Santa de 9 días completos, a diferencia de los consejos del Jefe de la iglesia católica yo no me quedé en casa. Mi primera incursión tirándole bajito a los gastos para no meterle miedo al presupuesto desde los primeros días, ha sido decepcionante. Después de analizar el menú que ofrecen en un restaurante de comida rápida me decidí por un Jr. baconcheeseburger. El mismo promete carne, pan, tomates, lechuga, queso y tocineta. El combo además, trae soda y papas fritas.
El precio: US$4.53 o RD$195.00, con US$4.53 usted puede enguñirse en USA una hamburguesa monstruosa, una soda y un servicio de papas gigantes; en nuestro país se queda con toda el hambre y al final lo que usted paga es la vista en un lugar acogedor, el aire acondicionado que respira en los 20 minutos que está allí, el cartón, el plásticos y los papeles que usted no pidió pero que se lo cobran comoquiera (sic).
El hamburguer que ofrecen estos señores no es ridículo, es ofensivo. Un pan del tamaño de una tapa de un envase de mayonesa, la carne, justamente de 1 1/2 pulgadas cuadradas, una tirita delgada de bacon, una hojita de lechuga y una minúscula ruedita de tomate; esta insufrible ración de comida envuelta en un espectacular papel importado y sobre un estampado papel que sirve de mantel es más papel y plástico que comida.
La soda es asombrosa, un vaso lleno de hielo hasta el tope, con tapa y calimete (pajilla) plásticos, al segundo jalón que se le asesta puede usted escuchar el aterrador gorgojeo que vaticina que un líquido irremediablemente se agota.
Finalmente las papas. Las conté, me tocaron 23, seis medianas y 17 cortas, tan cortas que tres podrían hacer una de tamaño normal en su hogar y como si fuera poco tenían ojitos y partes negras como prueba de su deterioro cuando estaban crudas. Eso sí, servidas en un elegante envase rojo de cartón satinado.
En mi mesa consumí un vaso de cartón con tapa y calimete plástico. Una servilleta grande de papel, un mantel de papel, una envoltura para Junior de papel, dos envases de cartón para el catchup, el envase de cartón de las 23 papitas y el papel del comprobante de pago. De lo otro no quiero ni acordarme.
Marihal / Desde La República Dominicana
Hola Marihal!!
ResponderEliminarMi comentario, un poco extemporáneo viene luego de reflexionar sobre su escrito leyendo el menú frente a mi en una ocasión en el lugar que creo es donde usted "degustó" el inusitado manjar.
Su análisis es EXCELENTE, pero en defensa de la susodicha franquicia, ese combo del que usted hace referencia es uno de los llamados combos de valor que llevado al mismo lugar en EEUU,quizá cueste unos 2.99.
Pero analizando y comparándola con las otras dos franquicias similares con las que contamos en EL PATIO, ésta le lleva un cuarto de milla a las otras, porque esos mismos combos de valor en las otras NO MERECEN SER OBJETO DE ANÁLISIS.
La comparación es con la hamburguesa de $140 pesos (sin combo) con las equivalentes, su calidad es superior, sobre todo en la carne. Es la única cuyo pattie de carne es aceptable al paladar sin ser sazonado por los aderezos que lo acompañan.
Siga con sus recorridos que a los lectores nos parecen fascinantes.
;)
Hola!
ResponderEliminarSucede que muchas veces uno no está para que le tomen el pelo, sobretodo si uno no tiene muchos para regalar. En todas partes del mundo (menos en RD) la experiencia de una comida rápida, cualquiera que sea, es pagar un precio justo por saciar el hambre, se supone que esa experiencia que cuesta dos veces el valor de lo que valdría consumirlo en casa debería ser tan espléndida que te invite a volver aún cuando no lo necesites.
Aquí ese valor es de cuatro veces.
La experiencia es tan frustrante que para sacar a una familia a comer pizzas un domingo hay que disponer de lo que cuesta llenar el tanque de combustible de su vehículo con gasolina premium.
Por más vueltas que le doy no le encuentro pies ni cabeza al sistema criollo de ventas y mercadeo. Como mi tiempo es valioso en vez de preocuparme por lo que ellos hacen lo que hago es no visitarlos, no pago para quedarme con hambre y advierto a mis conciudadanos para que sepan a qué van a esos lugares y les evito sorpresas.
No dudo de lo que usted expone, lo exhorto a no dudar de lo que yo escribí.
Gracias por visitarnos, gracias por su opinión.