Si se llegara a materializar la convención del Partido Revolucionario Dominicano (PRD) con un padrón confeccionado a la medida de su actual Presidente, si el complot urdido por la dirección del Partido de la Liberación Dominicana (PLD) en contubernio con la Junta Central Electoral y el Tribunal Superior Electoral, para colocar a un socio en el único partido con posibilidades de desplazar a la cleptocracia gobernante de la dirección del Estado, llegaríamos a un punto de inflexión de la democracia y del Sistema que actualmente tenemos.
Convertir a Miguel Vargas Maldonado, un político desacreditado, cuestionado y sin ningún tipo de liderazgo fuera de sus asalariados en el contrapeso del PLD y sus asociados, es garantizar la permanencia en el poder del grupo que lo asaltó hace una década, es matar las esperanzas de todos aquellos que aspiran a que se restaure el imperio de la ley, la transparencia y el orden en República Dominicana.
Las personalidades, los empresarios y fuerzas vivas de la nación que se han mantenido al margen del abuso que se ha estado cometiendo en contra de la militancia del PRD serán co-responsables de las consecuencias que se deriven de la desaparición de esta organización opositora como ente de equilibrio para la gobernabilidad.
Al margen de los acontecimientos ha sido la consigna general, ciegos, sordos y mudos ante la imposición medalaganaria de un traidor a sus compañeros y a su partido. No le están dejando ni una sola esperanza de un futuro mejor a millones de dominicanos y se le estaría asestando la estocada final a la democracia dominicana.
Soplan vientos huracanados y somos tan tarados que no hacemos nada para enfrentar las consecuencias de estos actos delictivos auspiciados por el poder de un partido y un gobierno empeñado en eternizarse en la dirección del país.
Luis Del Monte / Desde La República Dominicana
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