Alburquerque y los Súper Tucano

                                                        Rafael Alburquerque.

La politización del tema no funciona en USA ni en Brasil

El ex vicepresidente Rafael Alburquerque ha salido al ruedo político a defender a su jefe, el ex presidente Leonel Fernández. Politizando el tema de los sobornos admitidos por los vendedores de los aviones Súper Tucano por un monto de 3.5 millones de dólares que acusan a funcionarios y legisladores peledeístas, ha declarado que hay sectores que buscan destruir la imagen del ex presidente Leonel Fernández “por el hecho de que la última encuesta le da un apoyo de un cuarenta y cinco por ciento”. 

Lo que no dice el dirigente peledeísta es que el otro 55% de los votantes que no lo apoyan favorecen que el exmandatario de cuentas al país por el déficit fiscal de 187 mil millones de pesos que legó a la deuda interna en 2012, porque se ventile en los tribunales de justicia el caso Sunland y todas las obras otorgadas grado a grado durante su gestión gubernamental. El rosario de cuentas pendientes que tiene el exmandatario con la sociedad dominicana es tan grande, que sobrepasa al tiempo y a nuestro tradicional olvido de los actos de corrupción.

Rafael Alburquerque consideró un atrevimiento que adversarios del ex mandatario lo quieran involucrar en una investigación de corrupción, y afirmó que lo que se tiene es que investigar la denuncia, y si hay culpables, éstos deben ser traducidos a la justicia. Eso, precisamente es lo que se está haciendo. 

Por suerte para los dominicanos las investigaciones están lideradas por Estados Unidos y Brasil, lo que garantiza que eso llegará hasta final, aunque aquí se archiven definitivamente los expedientes de todos los involucrados, el pueblo sabrá qué hacer con esas informaciones.

Alburquerque desea politizar el tema de los Súper Tucano, eso funciona aquí, con los brasileiros y norteamericanos eso no camina, los nombres de los beneficiarios se sabrán tarde o temprano, aunque los culpables queden sin sanción de este hecho de corrupción, no político.

Juan Santos / Desde La República Dominicana