El arzobispo Tomás Portes e Infante recibe a Juan Pablo Duarte a su llegada del exilio a Santo Domingo en 1844, logo de la Arquidiócesis de Santo Domingo y una extraña y rara imagen filtrada a los medios del cardenal López Rodríguez. DLRD
Uno de los “argumentos” más socorridos de los sectores conservadores dominicanos para impugnar ideas y posiciones de sus contrarios, es acusarlos de responder a intereses extranjeros y de ser parte de una maquiavélica conspiración contra un inagotable inventario de “valores” nacionales. El recurso tiene una clara intención descalificadora, no solo en el plano ético o moral, sino también intelectual. Atribuyéndoles una acrítica y bovina dependencia, se les niega la capacidad de pensar, aunque sea erróneamente, con cabeza propia. La derecha es inteligente; los otros, tontos.
La discusión pública sobre la observación presidencial al nuevo Código Penal echa mano generosa al recurso. Católicos y evangélicos han puesto en línea el discurso y repiten, a diestra y siniestra, que el reclamo de despenalizar el aborto en las tres excepciones mencionadas por el presidente Danilo Medina es una imposición foránea que tiene a las ONG como instrumento.
Ciertamente, en el mundo de estos días los derechos sexuales y reproductivos de las mujeres son reconocidos por una gran mayoría de países occidentales y los organismos internacionales los promueven. Son parte de la cultura democrática del siglo XXI. También lo son todos los demás derechos sociales, económicos, políticos y culturales, y los de las minorías. Lo es también la democracia, hija, en su versión moderna, de la Revolución Francesa de 1789.
Mas al imputar sumisión a los “otros”, católicos y evangélicos exhiben sus partes pudendas porque las Iglesias son pioneras en la “importación” de ideas y creencias. No olviden los católicos ni su jerarquía que la evangelización fue parte de la empresa colonial y que, como esta, se impuso a sangre y fuego a la población indígena, animista y politeísta. La cruz precedió a las armas aquel 12 de octubre de 1492, y las acompañó después con envidiable eficacia.
Escribe el sacerdote, teólogo e historiador Antonio Lluberes en su libro Breve historia de la Iglesia dominicana. 1493-1997, que fue orden del papa Alejandro VI a los Reyes Católicos, mediante las bulas Eximiae devotionis e Inter cetera, del 3 de mayo de 1493, que “se preocupasen de la evangelización de los indígenas, sus nuevos súbditos”. En el ADN del catolicismo dominicano actual están esas bulas, dictadas a miles de kilómetros de la recién descubierta isla. Importadas. Intrusas. Impuestas.
Respecto al protestantismo, hay quienes datan su aparición en la isla alrededor del siglo XVII. Habría llegado con piratas y corsarios, con quienes los locales contrabandeaban no solo cueros, sino también Biblias luteranas. Según Lluberes, la práctica “no era solamente un fraude: se consideraba como una traición política y religiosa, ya que esos comerciantes eran súbditos de países enemigos de España y además protestantes”. En el siglo XIX, el nuevo auge de la industria azucarera traería al país, desde las posesiones inglesas en el Caribe, un considerable número de trabajadores protestantes que organizaron sus iglesias alrededor de los ingenios. No los parió la isla. Importaron sus creencias.
No sé si es práctica habitual, pero en 2010 el mismo CODUE que habla de sujeciones a centros de poder ajenos, llamó a su grey a celebrar el 493 aniversario de la reforma protestante, protagonizada por Martín Lutero en Alemania. ¿No es esto adscripción a épicas extrañas?
La historia de la Iglesia católica dominicana es pródiga en datos sobre cómo ha servido a intereses extranjeros en detrimento de los mejores de la patria, llegando incluso a lesionar a uno de sus más caros símbolos: Juan Pablo Duarte. Prueba al canto:
Tan temprano como el 24 de julio de 1844, documenta el historiador Orlando Inoa, la Iglesia católica, a cuya cabeza estaba el arzobispo Portes e Infante, publicó una carta pastoral de apoyo a Santana y en contra de Duarte y los trinitarios: “(…) ese grandísimo Dios (…) se dará por ofendido si no obedecéis los mandatos y las órdenes, tanto del General de División, y Jefe Supremo Santana, como de la Junta Gubernativa, para lo cual os conminamos con excomunión mayor, a cualquiera clase de persona que se mezclase en trastornar las disposiciones de nuestro sabio gobierno…”.
La historia de la Iglesia católica en nuestra época republicana es conocida y sobra recrearla. Desde Portes a López Rodríguez. Así que, para concluir, hagamos unas preguntas tontas: ¿No responde la Iglesia Católica al Estado Vaticano, es decir, a un Estado extranjero? ¿No son los dogmas de fe de este Estado extranjero los que quieren anular la soberanía de los legisladores dominicanos? ¿Habrá algún proyecto de sumisión a dictados foráneos más absoluto y bien pagado que el católico?
Margarita Cordero
LA OPINIÓN DE LA DIRECTORA
www.7dias.com.do
http://www.7dias.com.do/editorial/2014/12/09/i178219_acaso-responde-iglesia-catolica-dominicana-poder-extranjeroa.html#.VInoGdKG_Hg
La Iglesia catolica es universal, no pertenece a ningún estado y no está sujeta a ningún poder temporal. La Iglesia local de Rep.Dom. No está sujeta a leyes del estado Vaticano. La Iglesia como institución tiene una dotrina, que tiene como base y fundamento el Evangelio de Jesucristo.
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