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sábado, 15 de agosto de 2015

Cuarenta puñaladas y treinta años de prisión


Tres monstruos enjaulados
En naciones desarrolladas prefieren la cárcel como castigo para los criminales, una cadena perpetua o una condena de treinta años es similar a una muerte en vida. Incluso a los condenados a muerte los mantienen esperando hasta una década antes de ejecutarlos, debe ser un martirio inenarrable la incertidumbre del destino final.

El horrible crimen del presentador de noticias Claudio Nasco de cuarenta puñaladas conmovió a la sociedad dominicana no porque fuera una figura conocida, sino por la saña conque fue ejecutado. Joel Miliano Rodríguez (Pateo); Oscar Pérez, (Yendel), y Luis Manuel Estévez Ponciano (Macuto), actuaron como salvajes contra un hombre indefenso, amarrado.

La sociedad debe estar agradecida de la eficiencia policial en este caso, el Ministerio Público se esmeró en hacer acusaciones con todos los soportes reglamentarios del sistema judicial y los jueces dictaron sentencia a la altura que se esperaba.

Lo realizado por estos tres asesinos no solo llenó de luto y dolor a los familiares de un hombre joven y productivo como lo era en vida Claudio Nasco, sino que llevaron dolor, sufrimiento y vergüenza a sus propios familiares, amigos y conocidos.

Que sirva de ejemplo el caso de estos tres jóvenes a esa juventud que confunde la vida real con las fantasías y los sueños. El único camino que lleva a una vida honrada y de placer está basada en el respeto a los demás, la educación y el trabajo.

Treinta años de prisión es la condena para cada uno de los protagonistas de este crimen, desacreditados y repudiados por todos, sin ninguna posibilidad de volver a insertarse en grupos sociales ni siquiera en sus mismos barrios en que nacieron y crecieron.

Dentro de la desgracia que sorprendió a Nasco y a su familiares queda el consuelo, si pudiera decirse así, de que por lo menos se hizo justicia a sus matadores.


Luis Del Monte / Desde La República Dominicana

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