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viernes, 18 de septiembre de 2015

Mérito del presidente Danilo Medina


Un apetito saciado 
Casi 42 años después, el PLD (Partido de la Libración Dominicana) se da el gusto de hacer desaparecer al PRD (Partido Revolucionario Dominicano), de cuyo seno salió abruptamente. Desde su aparición, el PLD concentró sus esfuerzos en destruir el partido que se fundara en 1939 con el objetivo inmediato de derrocar la dictadura de los Trujillo.

Todo vino porque Juan Bosch, presidente del PRD y uno de sus fundadores, había perdido algunas votaciones internas en la organización, que se preparaba para el proceso electoral del año siguiente. De súbito, Bosch renunció del partido seguido de la llamada comisión permanente. Ocurrió el 18 de noviembre de 1973.

Al día siguiente, lunes 19, rabiosos seguidores de Bosch desmantelaron la casa nacional del PRD, quitaron el letrero, un largo tablón, y lo arrojaron al basurero. Además, se llevaron los archivos de militantes y otras pertenencias e impidieron la entrada a los dirigentes Pablo Casimiro Castro, Almanzor González y Aridio García de León.
Luego, los boschistas rotularon en las paredes las siglas del PLD. Los principales dirigentes del PRD pidieron a Bosch reconsiderar su decisión y a cambio, el secretario general, José Francisco Peña Gómez, abandonaría el país. Respondió que el PRD había cumplido su misión histórica. Un mes después se formalizó la constitución del PLD.

A propósito de las elecciones de 1974, se formó una coalición de partidos encabezada por el PRD para poner fin al gobierno despótico que desde 1966 presidía Joaquín Balaguer. El PLD conspiró contra esa alianza. La oposición, representada por el Acuerdo de Santiago, con Antonio Guzmán de candidato presidencial, se abstuvo de participar.

En 1978, ya PLD tenía reconocimiento legal, pero llamaba a las elecciones “matadero electoral”, lanzaba críticas despiadadas contra el PRD y sus dirigentes y mientras el pueblo quería salir del balaguerato, los peledeístas repetían: “Quien crea que le va a ganar a Balaguer está loco o es sinvergüenza”. Y Balaguer veía que eso era bueno.

Ante la victoria del PRD, al día siguiente de las elecciones, el PLD propuso – sin empacho- un gobierno de unidad para desconocer los resultados de los comicios. Mientras la sociedad reclamaba respeto a la voluntad popular, el PLD sometía a la justicia al vicepresidente de la República electo, Jacobo Majluta, para impedir que se juramentara.

El odio de los peledeístas hacia el PRD ha sido visceral. Cuatro décadas después, como una burla, la histórica organización ha sido engullida por las fauces de su perseguidor. El presidente Danilo Medina entrará al salón de la fama del PLD, con el mérito de haber conseguido algo que nunca se hizo, aunque se inició en 1973.


Rafael Peralta Romero
Voces y ecos
El Nacional

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