Páginas

jueves, 10 de septiembre de 2015

Santo Domingo a través de los ojos de una turista


Santo Domingo, una víctima de nuestra desidia
Esta semana ha sido dura para mí. Santo Domingo me ha puesto a prueba. Con una amiga española que visita el país por primera vez he tenido que pensar dónde llevarla, qué recomendarle, cómo explicarle lo que somos y qué hacemos. ¡Qué duro ha sido descubrir, en el proceso, que el Distrito Nacional y la provincia son grandes víctimas de nuestra desidia!

¿Cuántas veces hemos pasado cerca de El Conde o hemos recorrido la Arzobispo Nouel sin darnos cuenta de que los edificios se caen a pedazos a pesar de que en algunos de ellos hay gente viviendo? ¿Cuántas otras hemos recorrido la avenida Anacaona sin fijarnos en lo tenebroso y oscuro que está nuestro Central Park? O, ¿no hemos detenido a ver lo mal que está el Malecón? ¿Imaginamos cómo acosan a los turistas en Boca Chica o en la zona colonial?

Confieso que he pasado mucha vergüenza. Es duro decirle a alguien que vaya a algún lugar, sin saber cómo está porque hace tiempo que no vas o porque cruzas sin fijarte en ello, y que regrese preguntándote por qué le has enviado a un sitio que se ve tan mal.

He tenido que reconocer que he olvidado recorrer mi ciudad. El olvido ha sido tal que pienso en ella como lo que fue y no acierto casi en nada: fuera de los centros comerciales y los restaurantes sólo he pegado con la Catedral que, tristemente, no se podía visitar.

Ver Santo Domingo a través de los ojos de una turista es doloroso. Descuidada y abandonada, con un tránsito caótico que demuestra nuestro lado más animal, está muy lejos de ser ese cálido lugar que quiere recibir 10 millones de turistas.


Marien Aristy Capitán
Hoy

No hay comentarios:

Publicar un comentario