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viernes, 15 de enero de 2016

Cuanta falta hace un proyecto político revolucionario

El PLD en una hora difícil
La magnitud del descalabro de la unidad interna del Partido de la Liberación Dominicana (PLD) es inescrutable, sobre todo, para los que como yo no estamos dentro de sus filas, aunque en ninguna otra parcela partidaria.

Por más apariencias que se traten de guardar, la realidad es que aquel partido que se erigió en sinónimo de buena organización, disciplina, compañerismo y ética política, se ha convertido en todo lo contrario, aunque persista la discreción para guardar las apariencias por mutuas conveniencias.

¿Por qué el PLD ha llegado a esa peligrosa fragmentación?

Muy sencillamente porque el todopoderoso Comité Político, después de disfrutar las mieles del gobierno y decidiendo para sí mismo, se declaró inmutable y acabó con los procesos democráticos en el interior de ese partido.

Ese Comité Político no solo se entronizó para siempre en el mando del PLD, sino que ha llegado al extremo de violentar abiertamente sus estatutos para reservarse el 90 por ciento de las candidaturas nacionales, provinciales y municipales –sin participación y decisión de sus bases- cuando lo que podía reservarse era apenas el 30 por ciento de las candidaturas.

Peor aun. El PLD celebró el Congreso “Comandante Norge Botello”, que finalizó en enero de 2015 luego de meses de discusión en sus bases y para nada se trató el tema de convertir al morado en un partido reeleccionista con Danilo Medina –una confesa víctima del continuismo- liderando esa transformación conservadora.

El Congreso del PLD no trató el tema, pero en una reunión de un par de horas la mayoría del Comité Político cambió totalmente la estrategia y decidió que Danilo busque la reelección presidencial y pese al rechazo expreso del líder del peledeísmo, Leonel Fernández, la modificación constitucional pasó rauda por el Congreso Nacional y el proyecto reeleccionista entró al escenario electoral del 15 de mayo de 2016.

Leonel se quedó con el moño hecho y sus seguidores que actualmente son legisladores o alcaldes, que negociaron sin tomarlo en cuenta a él, solo lograron ser incluidos en la boleta para intentar su reelección.

¿Alguien quiere decirme a mí que los leonelistas van a votar por Danilo y por sus candidatos a senadores, diputados y alcaldes? No lo creo. Mucho menos que Leonel dirija la maquinaria pescadora de votos que monta el PLD en cada elección nacional.

Leonel tendría que ser el tonto político que no es para hundir su futuro político facilitando que su “compañero” Danilo gane por segunda vez y continúe arrebatándole espacio en el escenario nacional y al interior del PLD cuando con una derrota de la reelección –que sería obra de otros, no de él- puede volver a ser la estrella luminosa del peledeísmo y recuperar sus encantos en el empresariado y gran parte del país.

Al convertir al Comité Político en un trono inmutable, quien lo controla se vuelve el líder más importante del país y por tanto la combinación de control político y control del Presupuesto General de la Nación constituyen la fórmula perfecta para aplastar adentro del PLD a cualquier adversario y para conquistar afuera sobre todo si se trata de gente que está en el mercado esperando a un comprador.

Frente a esa realidad, pasó lo que tenía que pasar: el sector del presidente Danilo Medina copó con mayoría el Comité Político y el Comité Central del PLD y de paso arruinó el presente de Leonel Fernández y amenaza con acabarlo de descalabrar en los próximos cuatro años si la reelección consigue el éxito.

En las bases del PLD, a quienes no les permitieron escoger a sus dirigentes en el Congreso elector sino llenar nuevas plazas irrelevantes, se desató una ola de aspiraciones a posiciones electivas que terminaron en frustración cuando el Comité Político, sin siquiera reunirse formalmente, decidió por consulta de sus miembros postular a la reelección a todos sus legisladores como pago final por aprobar la modificación de la infante Constitución que habilitó la reelección presidencial.

Para más señas, en las primarias parciales para algunas alcaldías y diputaciones, se soltó el loco y la mayoría fueron ganadas por el sector de Leonel aunque tuvo que pagar el costo político de sepultar algunos muertos de sus compañeros que quisieron oponerse al robo de urnas, compra de votos, entre otras acciones increíbles entre peledeístas.

Con ese contexto y a pesar de la impericia de la oposición que encabeza Luis Abinader, en las próximas elecciones el Congreso Nacional sufrirá importantes modificaciones y no sería riesgoso afirmar que el PLD puede incluso perder la mayoría cómoda que hoy ostenta en ambas cámaras. Porque si es previsible que el leonelismo no vote por el danilismo, nada asegura que los danilistas voten por los leonelistas.

Lo lamentable es que la “oposición” electoral no comprenda que en una situación como esa lo políticamente correcto es pactar una amplia alianza para llevar candidaturas comunes principalmente para diputados, lo cual puede hacerse sin compromiso en el voto presidencial en la primera vuelta de las elecciones.

Una alianza de ese tipo, que abarque desde el Partido Revolucionario Moderno (PRM) hasta las fuerzas progresistas de Alianza País, Frente Amplio, Alianza por la Democracia (APD) y grupos populares, puede establecerse sobre una base programática que incluya la convocatoria de una Asamblea Constituyente por voto popular, aprobación de una Ley General Electoral y una Ley de Partidos Políticos que rompa la pirámide de privilegios que hoy impide que nuevas fuerzas irrumpan en el escenario nacional.

Quienes persisten en dividir el campo progresista dan una prueba más de que siguen confundiendo los pañuelos que levantan con la bandera que se debe levantar para enderezar el rumbo de este país.

¡Cuanta falta hace un proyecto político revolucionario, con dirigentes audaces y valientes, honestos y dispuestos al sacrificio, para ayudar a emancipar a este pueblo que hoy vive en la orfandad y la desesperanza!


Felipe Ciprián
Acento

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