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sábado, 12 de marzo de 2016

El PLD detesta el debate, prefiere la propaganda


El debate
Los debates en las campañas electorales son un síntoma de salud democrática. El encuentro al que no va asistir Danilo organizado por la AIRD con los candidatos Medina y Abinader ni siquiera era un debate. Estaba anunciado como un almuerzo conferencia.

Los oradores, se supone, hablarían cada uno en su turno y no se anunciaban ni turnos de preguntas o intercambio de opiniones entre ambos. No basta.

El PLD detesta el debate. Prefiere la propaganda. “Pide debate el que va perdiendo”, dicen algunos peledeístas. Pero ese es un cliché... El debate lo pide la prensa, el votante, la oposición. La sociedad.

Es una oportunidad de oro para ver quién tiene las mejores ideas, el mejor argumento, los mejores planes. Quién es capaz de salirse del guión del publicista y arranca un aplauso de la audiencia. Y el voto. El mensaje facilón del asesor contratado para no decir nada inconveniente suele perderse en el debate. Cuando las líneas son memorizadas se nota demasiado.

El debate es difícil, arriesgado, entretenido. Es revelador, desnuda el temperamento, el carácter y estado de ánimo de los contendientes. La democracia esencialmente es debate. Intercambio de ideas, negociación de objetivos. Acuerdos. La democracia no es ganar elecciones; es comportarse democráticamente y el PLD, al que no le gusta el debate, está en muchos aspectos en el límite de lo democráticamente tolerable.

Debatan, que la campaña no se quede en bandereos.


Inés Aizpún
IAizpun@diariolibre.com
AM.
Diario Libre

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