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jueves, 21 de abril de 2016

Roberto Salcedo: el mejor ejemplo de degradación política


Planfletos de un perdulario

UNO
Todas las encuestas colocan en primer lugar el miedo a la delincuencia, la inseguridad, el duro espantapájaros de la indefensión colectiva. Y los políticos se desgarran las vestiduras olvidando que la sociedad es una tupida red de grandes y pequeñas complicidades, abierta a la imitación de sus grandes modelos.
¿No está toda la sociedad dominicana organizada de tal manera que el robo, la defraudación, el dolo, y el cinismo; constituyen expresiones naturales de su práctica de convivencia? Los valores no flotan incondicionados, todo fenómeno valorativo constituye un elemento de la cultura. Si los políticos roban, si la práctica del liderazgo ha legitimado el cinismo, si nuestros más encumbrados gobernantes alcanzan apenas a ser expresión de grupos económicos que despluman el erario, es lógico que la delincuencia se despliegue como un fenómeno enteramente natural. Y si a ello agregamos el hecho de que la sociedad dominicana coexiste sin un verdadero régimen de consecuencias, no hay por qué alarmarse si la delincuencia prende como la verdolaga. Es que las sociedades están siempre abiertas a la imitación de sus grandes modelos.

DOS
¿Es posible hablar de una escala de valores en nuestro país, al margen de una esencia social que mide al sujeto por lo que posee; que enajena, cosifica y fija en las propiedades de los objetos exteriores, en forma de bienes materiales, la conciencia y la conducta de los individuos? ¿Cuál es la influencia verdadera de un discurso moralista en el aula escolar, si en la pantalla de la televisión los triunfadores son Félix Bautista, Roberto Salcedo, Amable Aristy Castro, Fello Suverbí, Euclides Gutiérrez, Danilo Medina, José Ramón Peralta, y un larguísimo etc? Si para llegar o mantener el poder todo se vale, todo se justifica, ¿qué esperar de un país en el cual las elecciones se convierten en un circo clientelista, prebendalista, sobre el que nuestros “líderes” fundan su ascendencia social? ¿Cómo entender la idea de la construcción de una sociedad que te bombardea de incitaciones al consumo, que te globaliza, que te exige comprar para ser distinguido, y casi te obliga a buscar como sea los medios para consumir, y luego te mete preso y te condena? La verdad es que en el universo deglutido de la práctica política dominicana los valores tienen una especie de estado elástico, que les permite invocarlos cuando las crisis sociales estallan, o jugar alegremente con ellos cuando las conveniencias del momento lo demandan. Un ratero nos atemoriza, nos amuralla, nos da miedo y salta a las estadísticas. Un ladrón de grandes sumas, con saco y corbata, que da declaraciones en la televisión y dice que nos cuida, es quien crea al ratero.

TRES
La desnudez que exhiben quienes se rasgan las vestiduras por el alto nivel de la delincuencia generalizada que impera en nuestro país no es martirio sino máscara, rostros pintados, lisura de la ambigüedad aterradora entre lo que dicen en las tribunas y lo que esta sociedad percibe que hacen, de la forma como los políticos han fracasado en organizarla, y de los valores con los que, en rigor actúan. Nosotros hemos tenido la peor casta de políticos que le pueda tocar a un país. ¿Cómo tener una idea cabal de la justicia, si la organización desigual de la sociedad humilla a la condición humana, y eleva casi al olimpo al poseedor de fortunas obscenas, inconmensurables, extraídas de la corrupción que la práctica política toda ha permitido? Incluso la palabra está prostituida, y nos niega hasta el acceso a lo real, al sueño; nos exilia del sentimiento y la pasión de las ideas, y deja el vacío de la aridez, la pobreza del alma.
El bestiario político no tiene mejor ejemplo de degradación que Roberto Salcedo entregando “certificados de alfabetización”, y desenrollando un discurso burlesco y charlatán. Los mismos que se desgarran las vestiduras permiten que un político vulgar instrumentalice la pobreza, se aproveche de la indefensión de los pobres, y encanallezca toda la desventurada idea la justicia que podamos tener. Y entonces, ¿cómo pedirle a un niño en edad escolar que imite los valores de la verdad, la solidaridad y la honestidad, cuando la sociedad toda se transforma en un gigantesco escenario de violencia y simulación por parte de quienes nos dirigen?



Andrés Luciano Mateo
Hoy

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