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miércoles, 27 de abril de 2016

Ya los votos se “contaron”


La trampa no está ahí
Discutía con unos amigos creyentes en la democracia, en torno a los resultados de las próximas elecciones de mayo, en el voto del ciudadano que serían observadas y podrían voltear las encuestas que ampliamente favorecen al candidato-presidente Danilo Medina si, al menos, decían, en una segunda vuelta los partidos oposicionistas suscriben un pacto comprometidos a que su militancia y simpatizantes volcaran su voto a favor de aquel que fuera el mejor votado; lo que en teoría podía ser racionalmente aceptable, pero frente a la realidad de los hechos y los precedentes históricos esa posibilidad, les señalaba, no existe. Solo un hecho extraordinario social, político o económico, que no se vislumbra, podría evitar lo inevitable. La trampa no está en las urnas. Viene de lejos.
Su condicionante primario fue la torpe modificación del Art. 49 de la Constitución del 1994 que prohibía la reelección, y se prostituyó, irremisiblemente, con promulgación de la Nueva Constitución, acomodada a los designios del Príncipe y sus acólitos, enajenando la soberanía popular (La Constituyente) por una Asamblea Revisora ilegítima que pervirtió el sistema democrático concentrando y poniendo los poderes públicos bajo el control y mando único de la cúpula del Partido del Gobierno y su ocasional mesías; y se expandió, cuan onda expansiva, cuando auspició su modificación para posibilitar la reelección y asegurar la permanencia en el poder a golpe de papeletas, luego de satanizar ese hecho como el mayor causante de la falta de institucionalidad y de las mayores desgracias de este país.

Sabíamos lo que venía y lo que teníamos que hacer para evitar que la onda de violencia, corrupción, inestabilidad institucional, desigualdades, degradación y prostitución; el desorden moral generalizado se expandiera hasta alcanzar niveles inimaginables. Nada se hizo entonces confiados, como demócratas, de que llegadas las elecciones todo cambiaría. Y gastamos energías en campañas proselitistas como ahora, viciada antes de su comienzo. La oposición, pobremente articulada debió asumir un programa pragmático de acción y denuncias como estrategia para crear conciencia revolucionaria, lograr la unificación política y producir el cambio deseado. Ahora trasnochado resultaría un acuerdo desolador que a nada conduciría para rescatar la fe de un pueblo totalmente desvalido, “cuya única forma de conciencia pública es el miedo”, la ausencia de un líder carismático, surgido de sus entrañas, capaz de rearmar la utopía.

De nada sirve que JCE, prepotente y prejuiciada, pretenda tomar medidas para garantizar la transparencia y pulcritud de los comicios. Que Participación Ciudadana, con suficiente experiencia y credibilidad, pida observar el proceso y los equipos sofisticados para el cómputo electrónico de votos emitidos. Que la Embajada de Norteamérica quisiera ser juez y parte, como afirman los ultras nacionalistas del patio que nunca se inmutaron cuando santificaron el Golpe de Estado del 1963 que malogró la naciente democracia dominicana, como tampoco cuando con licencia amañada de la OEA o sin ella, militarmente, groseramente nos invadieron para frustrar el Movimiento Constitucionalista del 24 de Abril, las ansias del pueblo dominicano de ser libre e independiente de toda intervención extranjera. Estamos entrampados, sí. Pero la trampa no está en las urnas. Va más lejos. Ya los votos se “contaron”.



Luis Scheker OrtizHoy

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