Estamos 100% de acuerdo con la exigencia realizada por el presidente Danilo Medina a la OEA para que solicite un perdón al país por su proceder en 1965. Tenemos 51 años amargados por lo que hicieron las naciones que se prestaron a esa bajeza en aquel entonces, y los funcionarios de la OEA que se postraron ante el poder que los conminaba a violar nuestra soberanía para favorecer a golpistas.
Que a nadie le quepan dudas, fue un bonito gesto del Primer Mandatario dominicano, aunque no eran el lugar ni el momento adecuados, y se teme que la intención era acallar las protestas por el monstruoso fraude cometido por su partido en contubernio con la Junta Central Electoral, como denuncia la oposición en pleno, en Cancillería y en todo el país.
Dejando de lado patriotismos y situaciones electorales internas, pongámonos en el lugar de esas naciones y esos funcionarios que se encuentran en el Ministerio de Relaciones Exteriores participando en la Cuadragésima Sexta Asamblea de la OEA, hay muchas preguntas en el ambiente nacional e internacional.
¿Cómo es posible que el presidente Danilo Medina se atreviera, siendo el Jefe de Estado del país, anfitrión de los delegados acreditados, a hacer tan inesperada demanda, tan fuera de agenda?
¿No es una grosería? ¿Una chicana? ¿Una dominicanada de mal gusto?
Y el canciller Andrés Navarro, escogido presidente de la Asamblea General de la OEA, insiste en el reclamo...
¿Es diplomática su actitud?
¿Así se tratan a las visitas?
¿No se pudo esperar otro escenario que no fuera en nuestra tierra para hacer este justo reclamo?
Nos parece que el afán de opacar las protestas de todo un pueblo por el fraude electoral realizado el 15 de mayo le va a salir políticamente cara a la cleptocracia gobernante, la OEA, al igual que nosotros, debe estar pensando que el gobierno dominicano le tendió una emboscada, una encerrona, y eso se paga, se la van a cobrar tarde o temprano.
Jeannelle Koss / Desde La Republica Dominicana
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