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sábado, 17 de septiembre de 2016

El triunfo de la maldad y la traición


La cleptocracia gobernante es un régimen perverso y amoral
Desde 2004 los dominicanos vivimos una pesadilla solo comparable a la de los venezolanos. A diferencia de las películas que nos vienen de Hollywood todos los acontecimientos que se dan en nuestra nación terminan con el triunfo de los chicos malos.

Gobernados por un autocalificado inescrupuloso y una pandilla de ladrones a los que se les mantiene en la más absoluta impunidad vivimos secuestrados, acosados por la delincuencia que actúa por la libre y unas autoridades obsesionadas en la persecución de los bolsillos de los contribuyentes.

No hay empleos de calidad para nadie, no existen aumentos salariales desde hace 10 años para los empleados públicos y reconocidos delincuentes con amplio historial delictivo van a los más altos cargos públicos de la República.

Los hospitales son edificios maquillados atestados de empleados que no tienen los materiales ni recursos para atender debidamente a los ciudadanos, las escuelas están en el mismo tenor, sin comida para la tanda extendida, sin libros y sin profesores.

Nada funciona en esta cleptocracia. Vivimos en un trauma perpetuo, contando las mujeres asesinadas, los muertos, heridos y robos de la delincuencia callejera. Invadidos desconsideradamente por haitianos y venezolanos que entran cuando les da las ganas y por donde les da las ganas, a defecar sobre la moral y cívica de este pueblo. 

Sorprendidos día a día por un escándalo detrás del otro. No funciona el suministro de agua a los hogares, la electricidad y el tránsito vial. La Justicia, la milicia y la Policía se han convertido en cuevas de delincuentes uniformados y con togas y birretes.

No funciona el transporte público, la educación en ninguno de sus tramos. La ecología del país es un desastre, le han entregado a las empresas extranjeras los recursos no renovables por cheles y los funcionarios se han hecho multimillonarios con los bosques y sedimentos de los ríos.

Cabalgamos sobre un corcel desbocado, sin norte ni rumbo fijo, somos protagonistas de un drama donde triunfa sobre el bien la maldad y la traición, la perversidad y la corrupción.



Jeannelle Koss / Desde La República Dominicana
Caricatura: Cristian Hernández / El Día

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