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sábado, 1 de abril de 2017

Un viaje en agenda: Francia

Esto es París de noche (me muero por verlo en vivo). Haga clic sobre la imagen para agrandar.

De la lista de cosas por hacer antes de morirme
Desde que empecé a razonar y a tener conciencia propia Francia me atrae. Mi primer contacto con esa gran nación lo tuve en el colegio, con su idioma. El sonido del francés correctamente hablado es música para mis oídos.

Cuando visitaba algún restaurante o taberna francesa quedaba cautivado por los posters publicitarios de la torre Eiffel, la fabulosa obra diseñada por los ingenieros Maurice Koechlin y Émile Nouguier, dotada de su aspecto definitivo por el arquitecto Stephen Sauvestre y finalmente construida por el ingeniero francés Alexandre Gustave Eiffel y sus colaboradores para la Exposición Universal de 1889 en París; y otras estampas que me hacían volar la imaginación y el deseo de conocer esa lejana tierra.

La voz de Aznavour, las películas y el estudio histórico de la ocupación nazi de 'La France' hicieron lo otro.


Mientras van pasando las décadas el viaje se ha ido posponiendo indefinidamente e incluso, las actividades a desarrollar cuando llegue a suelo galo. Por ejemplo, ya no me detendré a contemplar a las rubias teenagers de los Campos Elíseos entre la Plaza de la Concordia y el Arco del Triunfo, ahora les tocaría a las cuarentonas (ex teenagers) recibir las fulminantes miradas de un caribeño.


Con los años vividos se va aprendiendo que los lugares no son tan fascinantes como los pintan las postales ni como dicen los agentes de viajes. La realidad cuando uno llega a un lugar es muy distinta a lo que uno imaginó o le vendieron. Aún así deseo conocer Francia. 

Aparte de las visitas obligadas a la torre, a los Elíseos, a los bares y restaurantes de la bohemia nocturna y al Louvre; es mi intención saborear a Francia desde la perspectiva de un francés, no como un turista cualquiera. Hospedado en un hostal o pensión de las localidades a visitar. Trasladarme en autobús, en tren o en bicicleta por sus calles y avenidas.


Borgoña. Normandía, Provenza, Altos de Francia, Valle y Países del Loira, etc., son nombres que mantengo en agenda. Lapalisse, Sées, Rougon, Béhuard, Cléder, Les Mées, Jegun, Hatten y tantos otros pueblos y localidades anheladas.

Probar el pan, el vino y el queso de la señora de la esquina, son prioridades que no nos saltaremos de ninguna manera.

Finalmente, como no es en plan de compras nuestro viaje en proyecto nos limitaremos a adquirir (cuando se dé) una auténtica boina francesa, una bufanda de seda y el recuerdo imborrable de algún cariño cedido en una noche de locura sin compromisos.

Se nos hace tarde pero no perdemos la esperanza.


Marihal / DLRD



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