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miércoles, 7 de junio de 2017

Arraigo


El “arraigo” de los ladrones
¿A qué se refieren los abogados defensores, cuando hablan del “arraigo” de los acusados en la sociedad? Se refieren a la presencia que esa gente despliega (utilizando recursos del Estado) al distribuir las migajas que les sobran de sus robos entre la gente que los sigue, a cambio de silencio, votos, docilidad, complicidad y sumisión.

Ejemplos de gran arraigo social es el que tenía Quirino, en el Sur del país, donde le boroneaba a la gente menesterosa, una minúscula porción de sus excedentes en el narcotráfico, para comprar la complacencia de su entorno.

Lo mismo y a mucho mayor escala, hacían Pablo Escobar, en Colombia y El Chapo, en México.


Todos los políticos ladrones son especialistas desarrollando esos arraigos. Compran votos y simpatías a la gente, con lo que le roban a esa misma gente. Un gran festival con esas prácticas de falsa caridad es el que celebran todos esos estafadores durante las Navidades con las reparticiones de las cajitas de la miseria.

Las ONGs de los congresistas y de los funcionarios, financiadas con dinero del presupuesto nacional, son otro mecanismo de falsa asistencia social, mediante el que los funcionarios se roban los fondos y reparten unas sobras, que siempre son favores y no derechos.

El “esparcimiento” embrutecedor, de calidad ínfima, que proporcionaba Roberto Salcedo, con horrores como el Zooberto y otras mierdas parecidas, son ejemplos de estrategias de arraigo, por parte de autoridades corrompidas, que emboban a la población, mientras ellos sustraen los recursos.


Los pica pollos, los 500 pesos, la donación de ataúdes, el pago de recetas médicas, la botella de ron, las mujeres semidesnudas, cargadas como vacas, en las patanas con discolights durante las campañas, son todos ejemplos de cómo se arraigan los funcionarios y candidatos ladrones en la sociedad.


En la misma categoría de arraigos irregulares, con procedimientos engañosos y evaporación de recursos, se pueden incluir todas las iniciativas filantrópicas de Margarita Cedeño, por ejemplo.

Hay gente muy alienada, sin discernimiento, en estado de menesterosidad y domesticada para tolerar -y agradecer- estos agravios extra que sus victimarios les infringen; pero hay gente a la que no le luce simular, ni por medio segundo, que se deja engañar con estos simulacros.


El llamado “arraigo” es el producto del clientelismo, uno de los problemas más graves de un sistema político con una administración pública corrompida de arriba a abajo y dirigida por una mafia corporativa integrada por un grupo de ladrones impunes de nuestros recursos.


Sara Pérez
Somos Pueblo
Fotos: 
Acento
Intimidad 3 a 2 punto com

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