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martes, 13 de junio de 2017

Es la auditoría, estúpido!


Obras sobrevaluadas y sin auditar
La campana de los sobornos empezó a sonar, pero era en iglesia pequeña, y nadie advertía que otra repicaba más bajo, casi inaudible, pero en catedral. Las sobrevaluaciones.

Las sobrevaluaciones fueron poco a poco resultando más importantes que los sobornos, pues obligaban a las adendas y a los pagos repetidos.

En un mundo de inocencia nadie se ocupaba de ese detalle, aun cuando el cálculo era fácil, aunque inconveniente llevarlo a cabo.

Un inteligente dio con la clave, pero puso en evidencia una perversidad mayor. Las obras de Odebrecht no eran auditadas. Un descuido imperdonable, pero aposta.

La Cámara de Cuentas está ahí, se suscitan situaciones cada vez que se nombran sus miembros, pero cuando se la necesita no tiene números a mano. Como ahora.

¡Es la auditoría, estúpido!

Lo peor de todo es que la costumbre hace ley. Cuando se quiere una auditoría para ayer, no se tiene, y las que se hacen a tiempo, duermen sin que molesten sus ronquidos. ¿Cuántos arqueos a entidades públicas reposan en la dependencia de la Procuraduría sin que ni siquiera la saquen a recreo?

Con el próximo escándalo se sabrá...



De Buena Tinta
Diario Libre

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