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jueves, 20 de mayo de 2010

Anomia del país



Anomia
No es tan sólo el Estado, es el país el que vive en la anomia. El Diccionario de la Real Academia define la anomia como el “conjunto de situaciones que derivan de la carencia de normas sociales o de su degradación”. Y ese es nuestro caso. Vivimos en un país sin normas, sin leyes; en el cual el poder lo puede falsificar todo. Y lo ilustraré con las elecciones pasadas, que nos acaban de parir un monarca.

Dilma Roussef es la candidata del Partido de los Trabajadores del Brasil, que es el grupo político que llevó al poder al presidente Inacio Lula da Silva. Las normas jurídicas respecto del torneo electoral establecen la absoluta neutralidad de los estamentos estatales. Como el presidente Lula se ha movido con recursos del Estado al expresar su preferencia, tanto él como su partido han sido multados en dos ocasiones por violar la ley electoral. Lula tiene una enorme simpatía popular, pero ni aspira a eternizarse en el poder, ni está por encima de las leyes.

En Colombia el presidente Uribe hizo todo tipo de maniobras para legitimar el continuismo. Su valladar no era el apoyo popular, sino el constitucionalismo, un engendro del pensamiento antiliberal. Intentó modificar el número de miembros, presionó sin piedad en el congreso, movió los recursos del poder para lograr una salida favorable. Pero cuando el Juez Presidente Mauricio González leyó el veredicto de la Corte Constitucional que votó en contra siete a nueve, Colombia supo el valor de tener instituciones que actuaban por encima del poder personal. Con todo su glamur, el presidente Uribe no pudo doblegar el dictamen de la ley.

¿Qué hemos vivido, en cambio, en la RD en estas elecciones de medio término? La manifestación más palpable de la anomia de un país. Un Presidente encaramado en una yipeta, prendido a su pragmatismo y su superioridad, consumiendo los recursos del Estado sin ningún pudor, esparciendo la corrupción, demostrando que su ambición no respeta ni siquiera sus propias leyes. El frío cinismo de instrumentalizar la pobreza y la ignorancia, hasta el punto de que el vicepresidente Rafael Alburquerque tuvo más de tres mil apariciones en TV ponderando el programa Solidaridad, y el día de las elecciones, en los barrios pobres, una “asistente social” con una computadora controlaba el voto de los beneficiarios del programa. Los ministros, en violación a la ley, coordinaron la campaña en cada una de las provincias.

Fue la anomia del país lo que se desplegó en las elecciones. Sin instituciones, a nuestro país carente de normas de interacción social, lo mueve la voluntad de un sujeto. Modificó la Constitución. Creó un Partido-Estado cuyos integrantes aspiran sustituir al sector productivo. Tendrá el dominio del poder judicial. Gobierna con una oposición amedrentada y es casi un Dios.
¡Nos jodimos, ha nacido un Monarca!

Andrés Luciano Mateo
Hoy.com.do

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