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miércoles, 16 de febrero de 2011

Clientelismo político / Estado fallido



Familia, mafia y clientela política
El fenómeno del clientelismo es producto de un Estado fallido, cuando los ciudadanos no creen en las soluciones institucionales y no desean ya atenerse a ellas;  y además, como explicaba recientemente el sociólogo Manuel Garretón, es la expresión de la ausencia de ideología y liderazgo, en medio de un aumento en las fragmentaciones de los intereses de los grupos y los individuos  de una sociedad. El clientelismo es también una falsificación del amor y de las relaciones primarias. Equivale a la denuncia de Marx de que el dinero (el poder, anotaría yo), falsifica todo, hace al feo bonito, la mentira verdad. Las relaciones primarias son la cosa más valiosa,  “la razón por la cual la vida merece vivirse”.

Siendo valiosísimas, no resulta extraño que  muchos  quieran falsificarla. No solamente los políticos; también los narcos y padrinos  mafiosos. También en cualquier familia hay liderazgos que, como en la mafia, se apoyan el afecto, el respeto a los mayores, la lealtad a los consanguíneos.

Una relación familiar, de amistad o primaria, se caracteriza por ser afectiva, única e irrepetible, exclusiva (no sustituible) y particularista (no igual para los demás). Y es eso lo que un líder clientelista político, un jefe de mafia o de grupo familiar grande suele hacer parecer como algo auténtico, espontáneo y natural (verdadero), cuando en realidad se trata, mayormente, de una actuación o papel dentro de un sistema de conductas fingidas.

A muchas gentes les gusta por su “espontaneidad” e informalidad. Muchos saben que es falsía, pero cada cual confía en que puede ser tan mentiroso como el otro. Otros se conforman con la posibilidad de interactuar informalmente con el padrino, el papá, el jefe, o como quieran o suelan llamarlos con supuesta familiaridad. La cual también sirve para hacer creer a otros que se goza de intimidad con el líder.

Los  norteamericanos llaman “name dropping” a hablar de personajes o líderes, con apodos y nombres familiares, para parecer de su esfera o anillo íntimo. También difamadores profesionales  y  sicarios radiofónicos, se refieren a sus víctimas y adversarios con apodos y nombres familiares, para que la difamación sea más creíble.  Por eso, mucha gente no acepta que se los llame con apodos. Las gentes pobres de barrios y campos suelen dejarse engañar de políticos, mafiosos y traficantes, con su fingida amistad. Pero no tienen opción, pues a veces lo único que tienen, como en la lotería, es una posibilidad en miles, de que les cumplan. Pero estar en el globo permite soñar, prometer si me saco, amenazar con no darte, o por lo menos hablar y hablar de su amigo el poderoso… y a veces obtener algún beneficio personal, a espalda de la comunidad.
Rafael Acevedo
Hoy
http://hoy.com.do/opiniones/2011/2/15/362542/Familia-mafia-y-clientela-politica

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