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domingo, 18 de marzo de 2012

Gran corrupción pasó hacia Haití tras los recursos del terremoto


Estos vientos recogerán grandes tempestades 
El país es testigo y víctima del peor deterioro institucional y las más atrevidas aventuras económicas de que se tenga memoria en su historia.

El control absoluto  y corrupto de todas las instancias de poder: el Ejecutivo, el Legislativo, el Judicial regular,  el Consejo de la Magistratura, el Ministerio Público, el Tribunal Constitucional, el Tribunal Superior Electoral, la Junta Central Electoral, el Banco Central, la Cámara de Cuentas, la Policía Nacional, las Fuerzas Armadas; y gran parte de la prensa escrita, radial y televisiva están en manos de un sindicato de insaciables depredadores, que nada tienen que ver con la práctica democrática.

La única diferencia con  las peores dictaduras padecidas  en el pasado es que la represión física no afecta hasta ahora los estratos superiores de la sociedad, los que son cooptados o neutralizados con los recursos del Estado, a través de cargos, carguitos, contratos,  subsidios, compras o participación en los mil y un negocios  manejados por los nuevos dueños del país, mientras se compra con dádivas, subsidios y lenidad a los sectores empobrecidos.

Con productores agropecuarios e industriales quebrados por la especulación y el abandono del oficialismo;  con  la construcción en manos de empresas, traficantes y obreros extranjeros, permeados  por la delincuencia, en convivencia con funcionarios, militares y policías,  solo queda a las mayorías  una vida de privaciones y recogimiento en el hogar, o emigrar como hizo más del 15% de nuestra fuerza de trabajo.  La gran corrupción pasó hacia Haití  tras  los recursos del terremoto y tendrá serias repercusiones internacionales…

En un país con  déficits comerciales  anuales sobre los US$10 mil millones y una deuda externa de US$25 mil millones, con una corrupción galopante, cuyo mayor tesoro, sus minas de oro, las regaló virtualmente  a una compañía extranjera y a sus socios encubiertos, a cambio de pagar los impuestos que quieran, con una criminalidad cada vez más osada, que destruye el turismo y el comercio:  no es  clarividencia  pronosticar que, sin un cambio radical, sufriremos  un retroceso drástico  en nuestras condiciones de vida, ya de por sí precarias.

Los pocos empresarios que puedan sobrellevar las condiciones existentes  deberán contratar cuerpos de seguridad cada vez mayores, y tal como  en Colombia y México, se convertirán en problemas mayores para nuestras instituciones.  Ya superada la época en que las potencias ocupaban territorios para cobrar deudas atrasadas; seremos  abandonados hasta quedar exhaustos por las deudas,  y nos veamos, como el vecino Haití, donde  falta de todo, menos el  crimen, la prostitución y la miseria.

¿Qué pasaría si el 20 de mayo próximo no logramos desprendernos de esta plaga morada que viola  con el mayor cinismo todas las normas.  Si el voto cómplice supera el voto consciente o emotivo de los que rechazan este despotismo,  o si logran cometer el fraude electoral que preparan descaradamente? no lo quiero pensar siquiera.

Por  suerte, nuestro pueblo es lo suficientemente maduro para rechazar para siempre el despotismo que sufrimos y salvará con sus votos y su firmeza ante  posibles fraudes, la democracia dominicana.
Tirso Mejía-Ricart
Hoy
http://hoy.com.do/opiniones/2012/3/17/419286/Estos-vientos-recogeran-grandes-tempestades 

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