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viernes, 26 de octubre de 2012

Creencia generalizada de que se quiere encubrir un desfalco masivo



Causas del rechazo a la reforma
La creciente oposición a la reforma tributaria no proviene sólo de un rechazo al pago de nuevos impuestos. Se origina en su contenido y en la creencia generalizada de que en ella se oculta la intención de encubrir un desfalco masivo de las finanzas públicas.

En el sentir de que se intenta hacerle pagar al pueblo el despilfarro de ocho años continuos en los que se les inoculó a la República la falsa idea de una prosperidad y un crecimiento que hicieron de la economía dominicana una excepcional muestra de equilibrio y buen juicio, mientras las más fuertes del mundo desarrollado caían abatidas ante la crisis global.

Todas esas cifras y evaluaciones que estuvieron diciéndose sin cesar hasta el último día, de pronto resultaron una burda mentira, cuando la realidad hizo salir a flote el agujero fiscal de 187 mil millones de pesos, cuatro veces mayor al hoyo de la quiebra del Baninter que produjo, según las cifras del oficialismo, un millón de nuevos pobres.

Cuando se conocen, por las denuncias y revelaciones casi diarias de auditorías, el monto de la corrupción en esos dos mandatos concluidos el pasado 16 de agosto, sin estar seguidas de acciones legales; cuando se reparte el patrimonio público entre amigos, familiares y seguidores del partido, como son, entre otros, las torres de la Luperón, y las pensiones del Banco Central, es difícil encontrarle apoyo a una reforma que no contempla sanción alguna a las causas que originaron el déficit que la hace, según el gobierno, indispensable.

Cuando el presidente, aparentemente atrapado por la situación y de cara al desastre que ha heredado, le dice al país que de esa reforma depende el futuro, uno está obligado a preguntarse si los responsables directos de ese hoyo histórico se preocuparon por lo que vendría después cuando estaban de parranda. Y créanme si les digo cuánto deseo que pueda salir airoso de este enorme desafío.
Miguel Guerrero
La Columna de Miguel Guerrero
elCaribe

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