EN LOS CLAVOS DE LA CRUZ
En la cruz de mi calvarioen el monte solitario
agoniza mi pasión.
Y en la noche azul tristeza
dos luceros se profesan
los clavos de mi pasión.
Tus ojos, ¿por qué me siguen mirando tus ojos?
¿Por qué no arrancas los clavos de mis manos?
y dejas amor santo a que te vaya a encontrar.
Tu boca, ¿por qué me besan tus labios mi boca?
¿Por qué si ajena me sigues provocando?
¿Por qué si siendo ajena te quiero mucho más?
Autor desconocido.
Marihal / Desde La República Dominicana
Hermosísima....., llega al alma.
ResponderEliminarTUYA.
ResponderEliminarYa solo existe una palabra: tuya.
Ángeles por el mar la están salvando
cuando ya se iba a hundir, la están alzando,
calentando en sus alas, ¡aleluya¡
Las criaturas cantan –Aunque huya,
Aunque se esconda a ciegas sollozando
es tuya, tuya, tuya. Aunque nevando
se borre, aunque en el agua se diluya.
“Tuya”, cantan los pájaros, los peces
mudos lo escriben con sus colas de oro:
te, u, y griega, a. Sí tuya, tuya.
Cantádmela otra vez y tantas veces,
a ver si a fuerza de cantar a coro
¿Tú? ¿Ya? ¿De veras?- Sí- Yo. Tuya. Tuya.
(G. Diego. De Amor solo).
"Vendrás conmigo" dije -sin que nadie supiera
ResponderEliminardónde y cómo latía mi estado doloroso,
y para mí no había clavel ni barcarola,
nada sino una herida por el amor abierta.
Repetí: ven conmigo, como si me muriera,
y nadie vio en mi boca la luna que sangraba,
nadie vio aquella sangre que subía al silencio.
Oh amor ahora olvidemos la estrella con espinas!
Por eso cuando oí que tu voz repetía
"Vendrás conmigo" -fue como si desataras
dolor, amor, la furia del vino encarcelado
que desde su bodega sumergida subiera
y otra vez en mi boca sentí un sabor de llama,
de sangre y de claveles, de piedra y quemadura.
Pablo Neruda (ch)
Soneto VII
Cien sonetos de amor
Un poema hermoso, muy doloroso... pero esperanzador.
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