Arriesgar con la 'operación biquini'
Llegaron al mercado hace unos años como una verdadera revolución, presentados como tratamientos que eliminan la celulitis y la grasa localizada sin necesidad de pasar por el quirófano. Son la alternativa barata a la liposucción y su éxito es cada vez mayor. Pero a punto de iniciarse la operación biquini, Francia acaba de frenar en seco la práctica de los diferentes métodos de lipolisis, alertada por varios casos de complicaciones graves en pacientes. Desde la mesoterapia hasta el láser o los ultrasonidos, técnicas a las que allí recurren al menos 100.000 personas al año, según estimaciones médicas. La medida ha provocado la furia de los miles de profesionales del sector, que amenazan con recurrir ante la justicia y denuncian el lobby de los cirujanos. Mientras, la Unión Europea prepara un decreto para regular la práctica de la medicina estética, un sector en auge en el que existe un gran vacío normativo.
En España, donde estos tratamientos son cada vez más populares, el Gobierno no se plantea hacer nada similar. El Ministerio de Sanidad considera estas técnicas "seguras", y sostiene que no suponen ningún riesgo para la salud. Fuentes del ministerio que dirige Leire Pajín aseguran, sin embargo, que se van a poner en contacto con las autoridades francesas para conocer los motivos del veto. Asociaciones de médicos y pacientes exigen que se elabore una normativa que determine quién, cómo y dónde pueden aplicarse estas técnicas, que ahora ofrecen desde un salón de belleza hasta una clínica de estética.
El problema es que estos métodos que luchan contra la grasa localizada, como la mesoterapia -inyecciones intradérmicas de sustancias para atacar la grasa- o la cavitación -aplicación de ondas ultrasónicas moduladas en múltiples frecuencias-, no están considerados como intervenciones médicas en la mayoría de países. Tampoco se definían así en Francia, ni en España, donde se regulan a través de varias directivas europeas que ordenan el uso de los aparatos con los que se aplican, desde los ultrasonidos hasta el láser. La decisión sobre qué requisitos deben tener los centros que las realizan es de las comunidades autónomas, que también tienen las competencias de inspección.
En Francia, la prohibición la ha dictado la Dirección General de Sanidad, dependiente del Ministerio de Sanidad, que, alertada por la detección de varios casos de complicaciones graves en pacientes, encargó a mediados de 2009 un informe a la Alta Autoridad Sanitaria (HAS). En sus conclusiones, presentadas en diciembre, el organismo define estos métodos como arriesgados. Sin embargo, diferencia entre técnicas en las que se emplean inyecciones de diferentes sustancias, que "presentan un peligro grave para la salud humana"; y las externas, como el láser o los ultrasonidos, sobre las que asegura que hay una "sospecha" de peligrosidad. De acuerdo con esta orientación, el Gobierno decidió prohibir ambos tipos de técnicas el 12 de abril.
En el centro de la advertencia de las autoridades sanitarias francesas se encuentra la lipolisis realizada mediante inyecciones hipoosmolares, una mezcla de agua destilada con bicarbonato de sodio y cloruro sódico a poca concentración, lo que provoca la explosión de las células adiposas. Pero considera peligrosos también, y por tanto decide prohibirlos, la carboxiterapia (inyección de gas carbónico) y la lipolisis con láser transcutáneo, siempre y cuando no se acompañe de una aspiración.
En su informe, la Autoridad Sanitaria relata "complicaciones graves" en el caso de 23 pacientes sometidos a ultrasonidos, y que sufrieron necrosis cutánea, hematomas, lesiones subcutáneas o trombosis. En el caso de 10 de ellos, fue necesaria, incluso, una intervención de cirugía para poner fin a la complicación.
El informe francés -que sostiene que estos tratamientos son "con fines estéticos y no terapéuticos"- también analiza y prohíbe la mesoterapia, para la que detecta casos graves de infección que han requerido semanas de tratamiento antibiótico; y otras técnicas basadas en productos lipolíticos, como la fosfatidilcolina. Una sustancia autorizada en un principio para el tratamiento de embolias pulmonares, y cuyo uso para tratar la grasa puede provocar desde hematomas, edemas hasta nódulos o reacciones alérgicas. La fosfatidilcolina no estaba autorizada para el uso estético en Francia, aunque tampoco estaba vetada -en España está específicamente prohibida-. Así, la responsabilidad de su uso recaía en el médico que la practicaba. "En muchos casos nos encontramos ante usos desviados de los medicamentos", afirma la doctora Michele Morin-Surroca, responsable del estudio.
Para elaborar este exhaustivo informe, la Alta Autoridad Sanitaria francesa se ha basado en todos los datos disponibles sobre el tema, desde los estudios publicados y los casos detectados por las autoridades sanitarias hasta los recortes de prensa. Además, ha consultado con representantes de sociedades de cirugía y con profesionales que aplicaban estas técnicas, así como con representantes de los pacientes. También tuvo en cuenta las posturas de agencias sanitarias de otros países.
La medida francesa gusta mucho a la asociación El Defensor del Paciente, que lleva años reclamando en España que se ponga orden en lo que considera un "auténtico vacío" en la aplicación de estas técnicas estéticas. Visto el caso, va a solicitar al Ministerio de Sanidad que siga sus pasos y prohíba estos tratamientos. "Estas técnicas, sobre todo aquellas que requieren infiltración, son inseguras y arriesgadas. Suponen un peligro innecesario de infección y son fuente de un incontable número de efectos secundarios. Por no hablar de que sus resultados, si es que los tienen, son temporales", argumenta su presidenta, Carmen Flores.
Hace un año, esta asociación logró un acuerdo extrajudicial para 28 mujeres que contrajeron una bacteria en un centro de estética de Haro (La Rioja). Todas empezaron a ver cómo les salían heridas, bultos y nódulos en la piel al poco de someterse a un tratamiento de mesoterapia. Tuvieron que tomar antibióticos durante un año y algunas tendrán lesiones cutáneas imborrables. Daños por los que la clínica acordó indemnizaciones de 7.000 a 30.000 euros, según el caso.
No todos opinan lo mismo. Elena Soria, especialista en Medicina Estética de la Clínica Menorca, uno de los centros más grandes de Madrid, sostiene que, si se realizan por el profesional adecuado y en un centro controlado, estas técnicas no tienen por qué suponer un problema. "Es cierto que existe un riesgo, como en todos los procedimientos, pero es mínimo", opina. "Hay que supervisar cada técnica y no se puede generalizar, pero hay métodos que llevan muchos años aplicándose y que funcionan bien. El punto es que debe aplicarlas un médico especialista, que analice las necesidades del paciente, le abra una historia clínica y controle cómo está antes y después de recibir el tratamiento", dice. Regulación frente a prohibición.
En Francia, el veto ha puesto en pie de guerra a los miles de profesionales que usan estos métodos. "El informe en el que se basa la decisión mezcla técnicas que no tienen nada que ver", denuncia Jean Luc Bachelier, vicepresidente del Sindicato Nacional de Médicos Estéticos, basado en Francia, pero que ejerce también en España y Bélgica. "Hay técnicas que no se emplean desde hace tiempo como las que utilizan la fosfatidilcolina porque son productos que no están autorizados para ese uso", explica. "Luego está el caso de las inyecciones hipoosmolares, que son a priori ineficaces y a veces presentan complicaciones", admite, aunque considera que los efectos secundarios se deben a la mala práctica y no a la técnica en sí.
Para Bachelier, lo que no es de recibo es que se prohíba el uso de la lipolisis con técnicas de mesoterapia -una técnica muy extendida para el tratamiento de otras dolencias- o con láser. "En el caso del láser se autoriza si se acompaña de una absorción pero no sin ella, no tiene sentido", avanza, y acusa al lobby de cirujanos de estar detrás de la medida. En efecto, la absorción solo puede hacerla un cirujano, no un médico estético, al igual que las liposucciones. "Ahora quienes quieran adelgazar solo podrán elegir entre el anillo gástrico y la liposucción", dice. "No se dan cuenta de la que han montado, vamos a recurrir ante la justicia", concluye.
"La decisión no nos sorprende. De hecho, las mencionadas son técnicas que no practicamos", asegura el cirujano estético Sylvain Straub. "Aunque han mezclado dos tipos de tratamientos, los peligrosos y los ineficaces", añade. Straub apunta, igual que lo hace la Autoridad Sanitaria, a las técnicas hipoosmolares como más peligrosas. "Otros procedimientos, como los ultrasonidos, son simplemente ineficaces. Han creado máquinas con sonidos y luces impresionantes inventadas por los laboratorios para ganar dinero, pero que no sirven para nada. Es publicidad engañosa, como las cremas anticelulitis, que son un verdadero timo", dice. "Lo único que funciona es una buena dieta y hacer ejercicio; y en casos de grasa muy localizada, la liposucción", concluye.
Una opinión que comparte por completo el presidente de la Sociedad Española de Cirugía Plástica, Reparadora y Estética (Secpre), Jaume Masiá. "La efectividad de la mayoría de estos productos y técnicas es bastante dudosa. No hay ninguna evidencia científica de que produzcan una reducción real y medible de la celulitis", asegura. Masiá considera fundamental que se regulen las técnicas de medicina estética, cada vez más en auge. "Hay un enorme vacío legal, no hay directrices que marquen claramente cómo se han de realizar estos procedimientos, que pueden ser sencillos pero no dejan de tener un riesgo importante", dice. El presidente de la Secpre sostiene que, en cualquier caso, son los médicos quienes deben aplicar estas técnicas. "Ahora, en muchos casos son esteticistas quienes lo hacen y se llegan a practicar en lugares que no cumplen unas condiciones adecuadas de seguridad e higiene", observa.
Parte del atractivo de estas técnicas reside en su coste. Mientras que una liposucción puede costar entre 2.000 y 10.000 euros, una sesión de lipolisis se encuentra entre los 300 y los 600. O incluso menos. En España, tratamientos como la cavitación o la mesoterapia cada vez están más de moda. Los centros de estética que los ofrecen se cuentan por cientos, y no hay un solo día en que webs como Groupon, Lets bonus, o Groupalia no saquen una oferta para apuntarse, más barato, a alguno de estos tratamientos. Cinco sesiones de cavitación más presoterapia, 99 euros; remodelación con láser, 19 euros la sesión; siete citas de radiofrecuencia más terapia vibratoria, 99 euros...
Susana Sanz ya lleva cinco sesiones de cavitación en un centro de estética de Madrid. Compró una oferta por Internet y todo el plan (siete sesiones de esta técnica unidas a otras tantas de presoterapia y plataforma vibratoria) le salieron por 120 euros. Asegura que ha notado una reducción de volumen. "He perdido sobre todo en las cartucheras, noto los pantalones más holgados", dice. Le quedan dos sesiones, pero asegura que volverá a repetir. "Ahora que llega el verano esto es una ayuda", comenta. Nunca se ha planteado pasar por el quirófano, pero no se pensó dos veces acudir al centro de estética cuando vio que anunciaban un sistema no invasivo para perder volumen. Su caso es cada vez más común. Son tantos y tan diversos los lugares que las realizan que no hay datos. Sin embargo, hace un par de meses la Sociedad Española de Medicina Estética (Seme) hablaba de que la crisis había impulsado estos tratamientos estéticos en detrimento del bisturí, cuyo uso se había incrementado en un 20%.
ANA TERUEL / MARÍA R. SAHUQUILLO
El País