La mujer dominicana, de manera individual y en colectivos sociales, siempre ha participado en procesos que, al cabo del tiempo, suman y aportan al desarrollo del país, en todos sus aspectos.
De manera temprana tenemos el ejemplo patriótico de un conjunto de mujeres que aportaron a la causa de la independencia nacional, junto a Juan Pablo Duarte y los primeros trinitarios.
Dándole al país la primera bandera que se izó en la Puerta del Conde.
La historia nos muestra a la maestra Salomé Ureña, que junto a los educadores Eugenio María de Hostos, Francisco Henríquez y Carvajal y otros maestros promovieron la más sólida revolución educativa, con la creación del Instituto de Señoritas, a través del cual la mujer dominicana dio un paso firme hacia su profesionalización.
La conmemoración de la presente efemérides, que consagra el Día Internacional de la Mujer, sirve para ver en el pasado todas las fortalezas, pero no para quedarnos en lo que se hizo, sino para ver todo lo que nos falta construir como sociedad para mejorar y consolidar las conquistas que permitan a las mujeres ensanchar su horizonte en procura de mayor formación profesional e intelectual; y que haga conciencia que tal ascenso incidirá en una mayor determinación económica y mejores estrategias para la conquista de derechos y oportunidades.
El día también es propicio no para derribar fronteras. Las fronteras y las discriminaciones frenan el desarrollo del país, de los espacios laborales, de la participación y el crecimiento humano.
El crecimiento de una nación depende del crecimiento individual y colectivo de sus ciudadanos; y la mujer, en este proceso, incide de manera esencial.
Editorial EL DÍA
El Día
En el día de la mujer
En pleno siglo 21, la discriminación en perjuicio de la mujer hace dudar de los avances que algunos atribuyen a la humanidad en materia de respeto y reconocimiento de derechos sociales e individuales. La fuerte vigencia de la violencia de género, marginación laboral y otros problemas que afectan a la mujer es el patético indicador de que la sociedad sigue validando patrones discriminatorios que no deberían existir en estos tiempos.
La universidad Intec, en su estudio “Estado de situación de las mujeres dominicanas al 2011”, señala que en nuestro país todavía cuesta trabajo asumir que los problemas que lesionan a las mujeres afectan al conjunto de la sociedad. Destaca cómo los partidos políticos y el Estado descuidan los problemas de las mujeres, “a pesar de que constituyen la mitad de la población, poco más de la mitad del electorado, 60% de quienes estudian en las universidades y 80% de quienes se gradúan con honores”.
Hay que reconocer que los avances logrados por la mujer en materia de reivindicaciones económicas, políticas y de género se deben más al propio esfuerzo y la abnegación femeninas que a la voluntad de los políticos y las políticas de Estado. El hecho de que en nuestra sociedad sea sustancialmente minoritaria la participación femenina en la toma de decisiones habla de la magnitud de la discriminación de género.
Editorial Hoy
Hoy
Mujer
Todos somos conscientes que no basta un día para celebrar los aportes de la mujer al mundo, pero celebrarlo es una demostración de que se valora innegablemente el papel que está llamada a desempeñar en la sociedad.
Que no debe haber distinciones entre hombres y mujeres es innegable. Que todavía las hay, también. Pero ningún otro aspecto de la vida humana ha avanzado tan rápida y firmemente como el reconocimiento de los derechos de la mujer.
La nueva generación de mujeres que puebla las escuelas y universidades, y cuya presencia en todos los ámbitos de la vida nacional, desde altas ejecutivas empresariales, hasta innovadoras en pequeñas empresas, se está encargando de dar sentido pleno a la igualdad de la mujer en todos los órdenes.
No se trata de reconocer los derechos de la mujer. Ese es un derecho inherente a su condición. De lo que se trata es de romper con los prejuicios y con siglos de marginalidad y opresión para que resplandezca la dignidad de ese ser sublime que es la mujer. Felicidades.
Editorial Diario Libre
Diario Libre
La mujer
La celebración del Día Internacional de la Mujer siempre constituye una oportunidad para la reafirmación de valores sobre la universalización de sus derechos, especialmente la igualdad. En sus orígenes, la lucha se centró en derechos de ciudadanía, como el ejercicio del sufragio, el derecho al trabajo sin restricción por razones de género e igual acceso a la formación.
El siglo pasado fue un largo peregrinaje global para el establecimiento de los derechos de la mujer. Precisamente, el año pasado fue celebrado el Centenario del Día Internacional de la Mujer. Cada vez, el movimiento en defensa de los derechos de la mujer crece. La ONU ha jugado un papel fundamental en la promoción de esos derechos.
La República Dominicana tiene su lugar en la historia de ese movimiento a favor de la mujer. Una dolorosa cuota de sangre, sudor y lágrimas. Hoy, la mujer sigue siendo foco de atención y penosamente, mientras el mundo avanza hacia otros escenarios de mayores garantías y accesos a derechos vinculados al conocimiento y la tecnología, al respeto a su dignidad, todavía nos debatimos en cuestiones tan primarias como los abusos y la violencia de género.
Que hemos avanzado, es verdad. Que participan en las más variadas actividades que antes estaban reservadas a los hombres, cierto. Que hemos debido reservarles derechos y cuotas de participación en los procesos electivos para el desempeño de funciones públicas, como las de legislar y la gobernanza municipal, nos indican sutilmente que aún falta mucho en materia de igualdad.
Pero donde encontramos más rezagos es en el alma masculina dominicana, que no ceja en su intolerancia hacia la mujer, que la humilla, la agrede, que la mata. Que no es un fenómeno de la totalidad de la sociedad, es verdad, pero atormentan los brotes de feminicidios, que suelen colindar con las epidemias.
Podremos avanzar garantizando derechos y oportunidades a las mujeres, pero el mejor regalo de cada día sería fomentar la tolerancia entre los varones, una verdadera cultura de paz y reconocimiento de la dignidad de la mujer.
Editorial elCaribe
elCaribe
Para el progreso de la mujer es vital una mejor educación
Las mujeres dominicanas han progresado. Sí, definitivamente la situación de la mujer actual ha mejorado de forma considerable si se compara con las vivencias de sus madres. La mujer que en la década de los 50’s no pudo estudiar porque sus padres no podían comprar un cuaderno o el uniforme, en una buena proporción, tiene una o varias hijas profesionales o técnicas en alguna materia. Y esto, en el entorno familiar y personal, tiene un gran impacto.
Sin embargo, se siguen registrando grandes rezagos en materia educativa en los que la mujer lleva la mayor cuota. Algunos de esos rezagos tienen que ver con la elaboración e implementación de las políticas de educación, y otros son consecuencia de prácticas culturales y sociales que privilegian al hombre.
Persisten las inequidades de género en términos de acceso y permanencia en el sistema educativo, pese a que el punto tres (3) de los Objetivos de Desarrollo del Milenio, que ordena a los países signatarios, entre ellos República Dominicana, promover la igualdad de género y el empoderamiento de las mujeres”, tiene como meta “eliminar la disparidad de género en educación primaria y secundaria preferentemente antes de 2005, y en todos los niveles educativos antes del final del 2015”.
Entonces la pregunta brota: quienes elaboran las políticas públicas ¿son torpes o machistas?
No es casualidad que en los ocho Objetivos de Desarrollo del Milenio se hayan colocado tan cerca el de la universalidad educativa y la igualdad de género, y es que una cosa va con la otra. Sin embargo, en RD, tendremos que esperar hasta el 2013 para que el 4% del PIB se dedique a este sector, como lo establece la Estrategia Nacional de Desarrollo.
¡Cuán miopes son nuestros gobiernos! No visualizan que al eliminar la disparidad de género en educación primaria y secundaria existe mayor posibilidad de lograr con mayor nivel de éxito los restantes siete ODM: Reducir a la mitad la pobreza extrema y el hambre, reducir la mortalidad de menores de 5 años y la mortalidad materna en dos terceras partes y en tres cuartas partes respectivamente, detener la propagación del VIH/SIDA y el paludismo, y garantizar la sostenibilidad del medio ambiente… En cada uno de esos objetivos, el empoderamiento y accionar de las mujeres con instrucción es vital. Entonces la pregunta brota: quienes elaboran las políticas públicas ¿son torpes o machistas? Sean ustedes bienvenidos al debate.
Jeannelle Koss / DLRD
Fuentes: Debidamente acreditadas
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