BÁVARO, Higüey.- Una simple frase, acuñada por pocos dominicanos que conviven hacinados en los arrabales del entorno de este polo turístico, retrata la realidad: “Aquí solo tenemos a Dios en el lado de los lujosos hoteles, y haitianos por pipá, hasta en la sopa”.
Día a día, semana tras semana, mes por mes, la masiva presencia de haitianos indocumentados en esta zona turística se acrecienta. Llegan nuevos hermanos, hermanas, primos, primas, tíos, tías, amigos, amigas, vecinos y vecinas. Siempre hay nuevas caras en los barracones y cada día es mayor el movimiento de extranjeros fabricando toscas y frágiles casuchas con piso de tierra, madera de segunda mando, cartones, hojalatas y planchas de zinc.
Félix Silvestre, desabollador de autos, está alarmado “Aquí hay más de 200,000 haitianos. Algunos trabajan en la construcción, pero la mayoría son vagos. Usted puede verlos con sus propios ojos. Por dónde quiera que uno camina, solo ve haitianos motoconchando, haitianos vagando, haitianos vendiendo chucherías, haitianos vendiendo cuadros, frutas, cachivaches”.
La cifra de Silvestre parece exagerada. El último censo realizado en el 2007 por hoteleros de la zona registró 20,000 haitianos indocumentados. En los últimos dos años, los números se han duplicado, a juzgar por la cantidad de extranjeros. Las autoridades de Turismo reconocen que el 95 por ciento de la mano de obra contratada en el área de la construcción de Bávaro es haitiana.
“Bávaro es de los haitianos”, comenta Néstor Severino, dueño de un pequeño negocio. “En el día andan calle arriba y calle abajo. De noche, esto es un infierno. Esto se llena de prostitutas haitianas, y también dominicanas. Los haitianos se emborrachan, rompen botellas y pelean por cualquier disparate. Aquí es una zozobra permanente con esta gente”.
Los puntos de asentamiento humano en el entorno de los hoteles son “El Hoyo de Friusa”, “Haití Chiquito” y “Mata Mosquito”. La explosión en desbandada está desbordando los límites. Se estima que unos 30,000 haitianos, la mayoría indocumentados viven hacinados en precarias viviendas. Otro número considerable labora en actividades agrícolas y fincas ganaderas en pueblos aledaños a este polo turístico. Datos oficiales revelan que en la provincia La Altagracia hay 45,000 haitianos.
Con la masificación de extranjeros en Bávaro han florecido los negocios de expendio de bebidas alcohólicas, las bancas de apuestas, juegos de azar, los puestos callejeros, las ventas informales, el servicio de motoconcho y la venta de mercancías de segunda mano en mercados de pulgas
Los haitianos viven amontonados.
Esta promiscuidad es típica de las poblaciones haitianas, especialmente los que emigran a este país. Estas barracas son de mala calidad. No hay espacio ni siquiera para construir letrinas y hacer sus necesidades fisiológicas. Algunos lo hacen en fundas plásticas o se van a los matorrales más cercanos.
Las calles son empedradas, oscuras y polvorientas. Hay tramos peligrosos en horas nocturas. Son escenarios ideales para los atracos y asaltos que se producen en la zona. Es como caminar por la boca de un lobo.
Los servicios básicos, con excepción de la energía eléctrica, son críticos. Poca agua potable en hogares de los haitianos. En el Hoyo de Friusa el agua llega una hora al día. Pero en Mata Mosquito hay que pagar el servicio a dos cubetas por cinco pesos. En algunas áreas se observan vertederos de desechos sólidos, que ocasionalmente son quemados por los haitianos cuando se acumula mucha basura.
Necesidades de Bávaro.
Mejorar las infraestructuras viales: carreteras de acceso, calles, construcción de aceras, caminos.
Eliminar la contaminación visual. Decenas de vallas y letreros ofertando alquiler, venta o traspaso de propiedades inmobiliarias, colocados en forma desordenada en la vía causan un impacto visual grotesco. Se requiere de marco legal para vallas y letreros de publicidad.
Actuación de la Policía Turística y de la Policía Nacional.
Urge que las autoridades controlen la velocidad de camiones cargados de materiales de construcción, autobuses transportando turistas, trabajadores, motocicletas, minibuses y otros vehículos de motor que se desplazan por la zona y generan fatales accidentes de tránsito. Hay que aplicar un plan para mejorar el sistema vial de transporte público urbano en Bávaro.
Regular el crecimiento del entorno hotelero.
El crecimiento vertiginoso de pequeños poblados habitados por haitianos, sin ningún tipo de regulación, sin los servicios básicos indispensables, es una seria amenaza. Paradójicamente, Bávaro es víctima de su pujante desarrollo. Parecería que, si no se adoptan medidas, el turismo está cavando su tumba.
Controles. Las autoridades competentes, particularmente la Dirección General de Migración, la secretaría de Turismo y la Politur, tienen la responsabilidad de aplicar controles migratorios para contener la avalancha de haitianos indocumentados a la zona turística de Bávaro.
Casos
Cinco haitianos fueron sometidos por violar a tres turistas rusas en un residencial en la zona de Bávaro. Esil León, Frank Luis, Bernard Yan Philipe, Wi1ne Tousanit y Adam Yan, todos indocumentados, recibieron una medida de coerción de tres meses de prisión preventiva.
Los cinco apresados, junto a otro compatriota prófugo, penetraron a las 12:30 de la madrugada del día 6 a la casa donde se encontraban Polina Kavalerva, de 23 años; Ana Jvamove, de 29; y Olga Sakhirannya, de 26, y las violaron.
La turista española Silvia Valenzuela, de 35 años, fue atracada, golpeada y violada por dos haitianos mientras paseaba en la zona turística de Bávaro. El hecho ocurrió a eso de la 1:30 de la madrugada.
Turista se queja
Yo me quedé en el Riu Naiboa, y para ir a El Cortecito cogí dos guaguas. Aunque el primer día que fui, lo hice en motoconcho y es súper divertido. Es más tranquilo Plaza Bávaro que El Cortecito, pero de precios no miré mucho, porque fui el día del motoconcho con el tiempo justito para ver un par de tiendas (cierran a las seis). En El Cortecito no te dejan ni caminar, es súper agobiante. No te dejan en paz. Nosotros nos fuimos de muy mal humor porque ya no aguantábamos más el acoso.
Son todos haitianos, excepto una tienda que está en la calle del Capitán Cook que se llama Los Pinos Plaza (según la tarjeta que nos dieron, la calle se llama La Marina). Esa tienda es de dominicanos, y puedes recorrértela entera tranquilamente sin que estén encima de ti. Y encima los precios no tienen nada que ver con las demás tiendas.
Por ejemplo, en una tienda de haitianos nos querían vender un cuadro a 3000 pesos, y en esta nos lo vendían a 1000 sin regatear. Compramos cuatro cuadros de un tamaño mediano, y nos regalaron seis más (pequeños) y unos collares y tobilleras. Nos encantó el detalle. (Maldin)
Arismendy Calderón
Hoy