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martes, 15 de diciembre de 2015

La oposición está trazando la ruta de su propio fracaso


Quítate tú para ponerme yo
Si bien el país no se ha merecido la sucesión de gobiernos que lo han mantenido en un atascadero en términos de desarrollo, tampoco es merecedor de esa oposición política tan “light”, insustancial, repentista, lastimosa y desenfocada que nos gastamos.

Atrapada por lo sensacional, el oportunismo y la coyuntura, a seis meses de las elecciones no conozco propuestas concretas que, como elector, me seduzcan o marquen con claridad un probable cambio de rumbo capaz de convocar a la mayoría de los ciudadanos a unir fuerzas.

Me luce que la oposición está más empeñada en conseguir titulares noticiosos efectistas que en articular un discurso consistente, convincente y evolutivo, que ponga en jaque al oficialismo y hasta le obligue a ejecutar correcciones.

En ese contexto, las intervenciones públicas de la oposición –para descalificar al Gobierno, que es su rol esencial y válido- tienen el mismo tiempo de vida de los encabezados de periódicos, que son altamente perecederos y materia especial para el rápido olvido.

A la oposición le falta ganar credibilidad, confianza, instalar una narrativa, una puesta en escena, un discurso viral que contagie y se torne en consigna fabulosa, saltando de boca en boca, de conciencia en conciencia, hasta crear una fila compacta de votantes decididos al cambio.

Esto no es tan fácil de conseguir y menos cuando los protagonistas de los proyectos de poder asumen la política como un oficio de ocasión, cortoplacista y solamente anclado a los tiempos de campaña, bajo la nefasta filosofía “Quítate tú para ponerme yo”.

Se vuelve aun más difícil cuando, en lugar de hechos que comprueben las intenciones de cambio, recibimos señales irrefutables de reciclaje, transfuguismo, la reivindicación de una ancianidad política que debería estar confinada al descanso, como símbolo de algo que fue, pero que ya no es.

La oposición está trazando la ruta de su propio fracaso y es tan responsable como quienes nos han gobernado de que en el país prevalezca una sola bandera que nos quita todas las esperanzas. Esa bandera se llama más de lo mismo.


Víctor Bautista
El Día

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