La patria oscila entre intelectuales cuyo objetivo es demostrar cuánto saben, o cuánto dominan el español, haciendo gala de un barroquismo del Medioevo que los separa del resto de los mortales, y la ignorancia organizada.
Es esa ignorancia, con carácter patológico, según nos informan los psiquiatras, la que facilita que cualquier demagogo, o demagoga, arrastre como reses a supuestos representantes del pueblo dominicano a meter las cuatro patas una y otra vez. Miranda y las habichuelas con dulce son ejemplos, pero la lista es larga.
Ya comentamos sobre la obsesión con una defensa de una “identidad nacional” acomodaticia. Hemos decidido preguntarle a cada nacionalista en qué Comando estaba durante la Revolución de Abril, así sabremos si sus argumentos trascienden el fundamentalismo religioso, opusdiano, o la particular obsesión con una raza, o un lenguaje que no sea el inglés, claro está, y que nos puede traer malos recuerdos de prostíbulos donde alguien nos maltratara.
Criticábamos la obsesión unilateral con la “naturalización “de la dominicanidad haitiana y el silencio frente a la absoluta invasión del inglés en todos los estratos sociales. Solo hay que ir a los barrios para ver que cada cuchitril ya no se llama “Zapatería José”, sino “Jose’s Zapatería”, porque el inglés da estatus a los empobrecidos egos de nuestras masas populares.
Asi vemos que Simón se llama Saymon, y que un joven y prepotente empresario trata de imponernos el espectáculo de una fea muchacha masturbándose en el escenario. La última vez lo hizo con la bandera puertorriqueña y si yo hubiera estado ahí no lo sigue intentando. Porque dice la Biblia que hay que temer la ira de los justos y ya el vaso se va rebosando.
Ahora vemos con asombro el afiche de Miguel Vargas Maldonado pregonando que es “Miguel Time”, mal escrito por cierto porque le falta el apóstrofe y nos preguntamos qué opinaría la Internacional Socialista sobre un vicepresidente de la región que lanza su campaña en inglés.
Decía mi abuela que hay que dejar que la gente actúe porque es la única manera de conocerla y la única manera de dejar que ellos, o ellas mismas, organicen su entierro. Que un candidato presidencial de una nación “soberana” lance su campaña en inglés es inaudito y más inaudito aún lo es que hombres como Soto Jiménez, quien en un momento dado quiso montarse en el prestigio que Chávez había creado para las corrientes militares progresistas en el mundo, ande como edecán de este candidato y en tan obesa compañía.
Cosas veredes, querido Sancho, y cosas os asombrarán, como dirían los representantes de la lengua de Cervantes en esta isla donde al parecer tó e tó y ná e ná.
Chiqui Vicioso
Memorial del Convento
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