La desgracia mayor que agobia a la sociedad dominicana radica en que una minoría dominante impide que el ordenamiento jurídico cumpla su misión de regular el poder y aplicar cabalmente la ley sin distingo político, social o económico, lo que ha generado un virtual Estado de venalidad, impunidad, privilegio y discrimen.
No sería nunca posible combatir con éxito el rebrote de delincuencia y criminalidad y menos aún los crecientes feminicidios, sin que primero Gobierno y Estado higienicen con detergente de ética su desempeño y relación con la población.
¿Cómo prevenir, perseguir, procesar y castigar los tipos de infracciones criminales o delictuosas, si el Ministerio Público escoge sus delincuentes preferidos y los jueces se desdoblan entre miedo y conveniente administración de justicia?
¿Con cuál calidad moral puede el Gobierno emprender políticas públicas de control de la delincuencia si no ha logrado transparentar sus propios actos, como por ejemplo cumplir con la ley de contrataciones de obras del Estado?
Es verdad que para garantizar orden y afrontar al crimen se requiere dotar de recursos suficientes a órganos públicos a cargo de la prevención de esos flagelos, pero ¿cómo garantizar un real Estado de derecho, si fiscales y jueces actúan como “deliveries” del poder político o corporativo?
En sociedades con altos estándares de civilidad, los jueces envían claras señales a la población de que el orden jurídico castiga con severidad tipos de infracciones criminales que se vuelven recurrentes, pero aquí -penoso es admitirlo- la justicia, por venalidad, impunidad o temor, funge como ángel guardián de la delincuencia.
Estado, Gobierno, clase política, empresariado, sindicatos y sociedad civil deberían alejarse de la comedia y asumir con debida responsabilidad ayudar a construir y sostener el anhelado estado social de derecho, que hasta ahora no ha sido más que una quimera.
La mentada revolución democrática que sustentaría el imperio de la ley y del derecho debería empezar con los jueces obligados a castigar severamente a los violadores de la ley, sean hijos de machepa o delincuentes de cuello blanco.
Editorial El Nacional
Caricatura : Cristian Hernández
http://elnacional.com.do/editorial/2012/7/12/127787/Como
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