San Diego.- La travesía del crucero vacacional averiado llegaba el jueves a su final, en momentos en los que un funcionario a bordo del navío dijo que tanto pasajeros como tripulantes estaban llevando bien los "desafíos obvios" de la situación.
Dos remolcadores jalaban al Carnival Splendor de vuelta a Estados Unidos y se esperaba que llegara a San Diego en algún momento del jueves en la mañana, casi cuatro días de que el enorme barco se quedara varado con cerca de 4.500 personas y tripulantes a bordo. Guardacostas escoltarán luego al crucero de más de 290 metros (952 pies) alrededor de la punta de la Península Coronado hasta el puerto en el centro de San Diego. Se prevé que los pasajeros pasen varias horas desembarcando.
El director del crucero John Heald dijo que la gente a bordo "se han portado a la altura de los "desafíos obvios y condiciones difíciles a bordo".
Los comentarios de Heald, publicados en un blog de la página de Carnival Lines — son unos de los primeros emitidos por las personas a bordo del buque, pues tanto internet como el servicio de celular estuvo suspendido hasta hace poco. El funcionario dijo que ha estado haciendo anuncios frecuentes para mantener a la gente informada de la situación.
"Obviamente ha sido un desafío pero déjenme decirles los hechos más importantes y estos son que el barco está fuera de peligro, los pasajeros están seguros y que nadie salió lesionado", señaló. Los miles de pasajeros que esta semana emprendieron un crucero de diversión y buena comida tienen que hacer largas filas para recibir alimentos fríos en el barco.
Y como la piscina, los bares y casinos del Carnival Splendor están cerrados, y las habitaciones a oscuras y calurosas, los pasajeros pasan el tiempo escuchando música en vivo, o en juegos y concursos en su paulatino traslado a San Diego. Entre ellos está David Zambrano, quien le habló por teléfono a su empleador, el canal de televisión 9NEWS de Denver, y dijo que la gente se esforzaba por mantener el ánimo en alto cantando, socializando y jugando cartas.
La cubierta superior de la nave también fue cerrada, y las habitaciones en el interior estaban totalmente a oscuras. Los pasajeros dejaron las puertas abiertas para que entrara aire y la luz del alumbrado de emergencia en los pasillos. "Así que realmente, todo lo que estamos haciendo es matar el tiempo en el barco a la espera de la próxima comida", dijo Zambrano. Para tomar los alimentos hay que esperar hasta dos horas, y por comida fría. Los pasajeros subsisten con jamón, galletitas y cangrejo enlatado, los cuales son enviados a la nave en helicópteros de la Armada estadounidense que despegan del portaaviones Ronald Reagan.
"Es casi como un crucero dietético porque hemos estado comiendo galletas saladas, fruta y emparedados pequeños", estimó Zambrano. Georgette Alvarez dijo que su familia logró contactar a su hermana Vicky, que es diabética y va en el crucero.
Afirmó que su hermana le dijo que no había podido administrarse la insulina porque no sabe exactamente a qué hora comerá debido a las largas filas. Alvarez indicó que su hermana les dijo que, cuando su marido fue en busca de alimento, un tripulante le sugirió que le diera un caramelo. "Al principio estaba tranquila porque pensé que la tripulación atendería la situación, y mi cuñado, que es encantador y hace amigos en todos lados, podría arreglar las cosas", dijo Alvarez. "Pero ahora estoy muy preocupada". Funcionarios de Carnival no pudieron confirmar el reporte de Alvarez.
Los pasajeros son entretenidos con música acústica, juegos de mesa, bailes, concursos de trivialidades e incluso con la búsqueda de tesoro para niños, dijo el vocero del Carnival, Vance Gulliksen.
El Splendor zarpó el domingo de Long Beach, en California, en un crucero de siete días por la Riviera mexicana. La embarcación estaba a unos 322 kilómetros (200 millas) al sur de San Diego y a unos 71 kilómetros (44 millas) de la costa cuando el incendio en la cuarto de máquinas dejó a la nave sin electricidad.
AP